Dijo el Viajero:
-Supongo que les asusta también la idea de una
invasión, ¿eh? Sí, eso está bien. Estuve leyendo
acerca de una obra de teatro que ustedes han hecho sobre ese tema. ¿Usted
la vio?
-Sí-. Me erguí en la silla-. Le aseguro que no
tenemos miedo.
-Bueno, entonces tendrían que tener miedo -dijo Herr
Rat. Ni siquiera tienen un ejército... Unos pocos muchachitos con las
venas llenas de nicotina.
-No tenga miedo -dijo Herr Hoffmann-. No codiciamos a
Inglaterra. Si lo hubiéramos querido la hubiéramos tomado hace
tiempo. En realidad no los queremos.
Sacudió su cuchara alegremente, mirándome por
encima de la mesa como si fuera una niñita a la que él
podía llamar o despedir a voluntad.
-Nosotros, sin duda, no queremos tener a Alemania -dije.
-Esta mañana tomé medio baño.
Después, esta tarde, tengo que tomar un baño de rodillas y un
baño de brazos -propuso Herr Rat-; después hago mis ejercicios
durante una hora y mi tarea está terminada. Un vaso de vino y unos panes
con sardinas...
Se les sirvió tarta de cerezas con crema batida.
-¿Cuál es la carne preferida de su esposo?
-preguntó la Viuda.