Alfredo d'Escragnolle, Vizconde de Taunay, fallecido hace tres años, nació en Río de Janeiro el 22 de febrero de 1843. Aunque sus estudios le valieron, muy joven todavía, el grado de mayor en el cuerpo de ingenieros, con el cual tomó parte activa en la guerra del Paraguay, su tendencia literaria y sus condiciones excepcionales de hombre de mundo lo llevaron en breve a ocupar un puesto encumbrado entre los prohombres que, bajo el patrocinio do don Pedro II, cultivaban entonces el floreciente campo de la ciencia y de la literatura brasileñas.
Dueño de una cuantiosa fortuna, que iba siempre en aumento, contó siempre con amplios recursos y oportunidades para desarrollar con acierto sus aficiones, poco menos que enciclopédicas: fue músico, novelista, dramaturgo, militar, político, y dado a estudios científicos; pero más práctico que idealista, Taunay hizo una de las carreras políticas más rápidas y brillantes de su época: fue diputado al Congreso, presidente de los estados de Santa Catalina y de Paraná, sucesivamente, y a los cuarenta años senador. Dotado de un físico realmente interesante, que hacía resaltar mejor sus dotes intelectuales, supo aprovechar bien estas ventajas personales, especialmente al lado del que puede señalarse como su protector más decidido y eficaz en la corte del imperio, el esclarecido estadista y político, Vizconde de Río Branco, gracias a cuya mediación llegó a ser amigo personal del Emperador.
Su primera obra literaria fue la Retirada de Lagôa, obra escrita en francés y publicada en el Brasil en 1871, y un año después en Portugal; es la descripción de un episodio de la guerra del Paraguay. Posteriormente aparecieron: la Mocidade de Trajano (una fantasía), Céus e terras do Brazil, Historias Brazileiras, Narrativas militares (recopilaciones de artículos, de género descriptivo, las tres), Amelia Smith (drama inédito) Inocencia, etc.
Esta última, interesante novela de costumbres que vió la luz en 1872, dedicada al escritor José Antonio de Azovedo Castro, amigo de la infancia del autor, ha sido la que hemos elegido para presentar al distinguido escritor brasileño a los lectores de la «Biblioteca»; tanto por el mérito propio de esta obra, como por la circunstancia especial de que ella es, precisamente, la que ha dado a su autor una fama hasta cierto punto universal. De ella ha dicho el conocido publicista brasileño Francisco Octaviano: «Inocencia tendrá larga vida, del mismo modo que, hoy todavía, se puede viajar por Escocia con las novelas de Walter Scott por guías. »
Escrita a fines de 1870, e impresa dos años después en los talleres de la «Tipografía Nacional» de Río de Janeiro, bajo el seudónimo de Sylvio Dinarte, mereció desde luego los mayores elogios del periodismo de aquella capital, y fue transcripta en forma de folletín por muchos diarios de los estados, provincias entonces, del Brasil. En 1884 se hizo de ella una segunda edición por la casa Louzinger e Filhos, y en 1896 la tercera por Laeminert & C.