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27. Baby Fútbol: cuna de campeones

 

Hace un tiempo, había leído un artículo en el Blog de Fútbol de Ayacucho sobre el equipo de Ayacucho de todos los tiempos, elegido por votación popular. Observé con sorpresa que uno de sus integrantes era “Carita” Gourriet. Como un rayo, su nombre me remitió a 1953, al equipo de Baby Fútbol de la Escuela Número 1 en el que yo había jugado y del cual, si la memoria no me fallaba, también “Carita” había sido miembro.
Yo sabía que entre mis fotos viejas tendría que estar la de aquel recordado equipo, y si la encontraba podría verificar si efectivamente el crack ayacuchense había formado parte de ese equipo o no. Así que comencé a buscar la foto hasta que finalmente la encontré. En efecto, allí estaba yo, agachado, como wing derecho, usando un gorrito blanco que supongo tenía el objetivo de incorporar en mí, por transposición mágica, la calidad goleadora que supuestamente la boina blanca le daba a Severino Varela, el gran goleador de Boca, objetivo que evidentemente mi gorrito no lograba plasmar en mí.
En la fila de los parados estaba Pedro “Carita” Gourriet, muy pibe aún. Nuestro equipo otorgaba ventajas por la edad, ya que solo dos de nuestros jugadores iban a sexto grado, es decir, que tenían doce años. Uno era nuestro centrofordward “Tito” Masciotro y el otro, nuestro arquero, “Quelito”. Yo iba a quinto grado y tenía once años, y “Carita” creo que tenía diez, uno menos que yo.
Al verlo a “Carita” allí paradito en la foto, y sabiendo lo que sé ahora de su gran trayectoria posterior, me vino a la mente una frase que alguien había dejado caer cuando se formó nuestro equipo: Este equipo va a ser una cuna de campeones. La frase me había intrigado desde el día en que la escuché por primera vez y, dado los magros resultados que obtuvo el equipo, siempre me había sonado a una especulación equivocada de alguien que nos quería más de lo que sabía de fútbol.
La cosa comenzó un día en que mi amigo “Tito” Masciotro cayó por mi casa a contarme que se estaba organizando un torneo de Baby Fútbol —con pibes de hasta doce años— y que nuestra escuela, la Número 1, estaba armando un equipo en el cual me invitaba a participar. A mí me gustaba jugar a la pelota, ya que en casa, como he relatado, organizábamos a diario picados con nuestros amiguitos y Tito era uno de los participantes cotidianos de esos picados.
No le costó mucho convencerme y juntos fuimos a pedirle permiso a mi mamá para que me autorizara a integrar el equipo, cosa que hizo una vez que verificó que el torneo estaba bien organizado y que la escuela presentaba un equipo oficial.
Creo que ese fue el primer torneo de fútbol infantil que se jugó en Ayacucho, por lo que puede ser considerado un hito del fútbol infantil en la ciudad. Se jugaba en un terreno sobre la Avenida Solanet, donde está actualmente la sede del Club Ferroviario. Era diciembre de 1953 y los partidos se jugaban a la noche, para lo cual se había instalado en la canchita una moderna iluminación, toda una novedad para el pueblo por esos días. También se pasaban noticias de la marcha del campeonato y algo de publicidad por unos altoparlantes adecuadamente distribuidos en el predio y se pasaba música antes de los partidos y durante los entretiempos. Así fue como quedaron grabadas en mi memoria aquellas noches cálidas de diciembre de 1953 junto con los acordes y los versos de Farolito de papel, el recordado tango que tocaba Pichuco Troilo con su orquesta y que cantaba la lírica voz de Alberto Marino.

 
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Historias de una infancia feliz: Un puente en el tiempo de Carlos Alberto Connolly   Historias de una infancia feliz: Un puente en el tiempo
de Carlos Alberto Connolly

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