Versos que escapan de toda retórica, objetos cotidianos transformados por la voz poética, imágenes de un magnetismo sensorial que coloca en primer planp la intensidad del lenguaje hacen de Odas elementales un conjunto de textos antológicos.
En este libro de 1954, Neruda asombró a los lectores que no habían previsto la variedad de registros que el poeta alcanzaría. Hoy sigue cautivando esa particular capacidad de su letra para convocar a los pequeños hechos. Los vastos temas y el caudaloso ritmo que caracterizaban su obra anterior ceden paso al metro breve y fragmentado, al protagonismo de aquello que verdaderamente es elemental: el encuentro con desconocidos que transitan las calles, el descubrimiento del corazón que habita en las cosas más sencillas, el valor oculto de lo verdaderamente genuino, la silenciosa sensación de estar rodeados por seres invisibles que estallan en el esplendor de la poesía.
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