Una fracción joven y reformista de la clase política bonaerense, a la que pertenecieron Aristóbulo del Valle, Rufino Varela, Leandro Alem y los hermanos Rafael y José Hernández, encara en los diez años que van de 1868 a 1878 un programa de modernización y democratización de las estructuras económicas y políticas en la provincia de Buenos Aires. Lo que el Martín Fierro había señalado como los males profundos de la relación ciudad-campaña, terratenientes y pobres del campo, políticos y sus bases urbanas y suburbanas, los jóvenes autonomistas, desde la legislatura bonaerense, intentan cambiarlo a través de proyectos de reforma agraria, reorganización administrativa y educación pública. La restauración francamente regresiva que se produce con Carlos Tejedor cierra este ciclo que, de todos modos, va enlazar a través de sus hombres con las líneas futuras de la democracia argentina. El documentado trabajo de Fernando Barba hace posible que se descubran, en las últimas décadas del siglo XIX, líneas alternativas a las que finalmente se impusieron: historias de una fracción de la élite política cuyo triunfo hubiera significado, quizás, otro perfil de la sociedad nacional.
Ir al inicio
|