Agustín A. Cuzzani es un autor joven, que entrega sus primeros trabajos al público, trayendo el testimonio de una nueva generación de novelistas después de haber acumulado inéditas varias novelas que verán la luz en breve. En "Lluvia para Yosia", nacen apenas perfilados algunos de los personajes que pueblan sus trabajos posteriores. Inclinado a internarse por inesperados senderos, acostumbra este autor a sorprendernos con derogaciones impereptibles de la lógica, con pequeños huecos de absurdo donde anidan imágenes de innegable poesía. Así se encontrará el lector con la descripción del circo, la campanilla de la barrera o la historia del novio que se disolvió en la lluvia. La Eidtorial Mayo presenta al lector este primer trabajo, en la seguridad de ponerlo en contacto con un curioso y original amigo. La lluvia despertaba en la pequeña Yosia extraños impulsos que la arrojaban a las calles mojadas, buscando, buscando... Así, en esta ronda alucinada surgen perfiles y bocetos de seres como "El Serio García, Matías el Guardabarreras y otros que entrevistos un instante dejan en el lector una extraña impresión de fantasmas. Al mismo tiempo, tras la acción de la novela se desarrolla un argumento de contradanza que cierra un círculo de personajes. Una antigua estampita, parecida a un naipe de baraja, actúa como núcleo de la composición. Lleva bajo la figura, esta curiosa tésis: "Los Dioses, cuando adquieren un nombre comienzan a no existir".
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