|
|
|
El utopismo: La herejia perenne de Thomas Molnar
ediciones
Eudeba
|
Edición:
|
1970
|
Medidas:
|
10,5 x 17,9 cm
|
Estado:
|
Muy Bueno
|
Género:
|
Filosofía
|
Peso:
|
200 gramos
|
|
|
Reseña del libro
|
|
|
Formato libro impreso
U$S 17.99
Libro agotado. Lamentablemente, vendimos el único ejemplar disponible.
|
|
* Los importes están expresados en dólares estadounidenses. Política de Devoluciones.
|
|
Otros libros en la misma sección
|
|
|
Descripción del libro usado "El utopismo: La herejia perenne"
|
|
La idea de lograr aquí en la tierra una sociedad ideal y perfecta late siempre entre los hombres, por más que la historia no comparta ese optimismo y demuestre que la sociedad está siempre inconclusa y en trance de tranformarse, más allá de las ilusiones o fantasías de la ingeniería social. La presente obra evoca a algunos precursores antiguos, pero la atención del autor se detiene sobre todo en los modernos, como Marx y Teilhard de Chardín. Thomas Molnar sostiene que el utopismo no es solo una manera de experimentar con posibilidades sociales. Es mucho más: configura un sistema de pensamiento, una filosofía con bien establecidos conceptos acerca de Dios, el hombre, la naturaleza y la comunidad. La historia del pensamiento utopista, presente en las herejías religiosas, en varias doctrinas gnósticas, en el marxismo, en el evolucionismo idealista y en otras corrientes similares, prueba que se trata de un tipo de pensamiento perennemente entroncado en toda meditación acerca de aquellos temas, y tan imposible de extirpar como la filosofía realista misma. Como es una doctrina recurrente, los ropajes de que se ha revestido han mostrado una variedad proteica. Pero todas esas variedades obedecen a un molde único. Aunque solo podría hablarse de herejía en los casos en que los utopistas posean alguna fe religiosa, en realidad todos los pensadores de esta corriente se ajustan poco más o menos a un mismo esquema: liberar al hombre de la heteronomía, es decir, de la guía y providencia de un Dios personal, en nombre de la autonomía, o sea un gobierno propio en lo moral. Pero, como esto último lleva fatalmente a la anarquía, entonces el utopista emancipado se ve obligado a efectuar la inmersión del individuo en su colectividad, la cual asumirá en adelante la tarea de guía y providencia. Para cumplir el gran objetivo de establecer una comunidad ideal, la colectividad trata de usurpar las prerrogativas y atributos de la divinidad.
Ir al inicio
|
|
|
|