Mario Benedetti nos revela el mundo ya como poesía, ya como trampa y siempre como promesa. Benedetti convoca a la emoción original apelando a sus mejores recursos: el humor más inteligente, la ironía más punzante, la ternura más conmovedora. Es éste un verdadero mosaico de emociones dibujadas entre señales de humo, naufragios, sueños y cartas arrojadas al centro del corazón: el mejor remedio para los incurables de soledad. A modo de cartas, la voz de autor nos marca huellas para la complicidad de la lectura: dejo mi brújula con la advertencia de que el norte es el sur y viceversa; dejo mi calle y su empedrado, dejo mi esquina y sus sorpresas, dejo mi puerta con sus cuatro llaves; dejo mi umbral con tus pisadas tenues...
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