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Primera página : "La poesía es una búsqueda en la niebla a la espera de destellos" (Entrevista a Osvaldo Sauma)

Sábado 24 de Julio de 2010
"La poesía es una búsqueda en la niebla a la espera de destellos" (Entrevista a Osvaldo Sauma)

Por Carla Pravisani

 

Osvaldo SaumaOsvaldo Sauma nació en Costa Rica en 1949. Empezó a publicar su obra poética a inicios de los años ochenta. Actualmente se dedica a la docencia en el Colegio para las Artes Castella y a antologar textos; por lo que su labor ha influenciado a escritores jóvenes. Entre su obra se destaca Las huellas del desencanto (1983), Retrato en familia (1985), asabis (1993), Madre nuestra, fértil tierra (1997), Bitácora del iluso (2000),  El libro del adiós (2006). En 1985 recibió el Premio Latinoamericano educa por su libro Retrato en familia. Ha participado de varios festivales internacionales de poesía, entre ellos el de Medellín, Colombia.

 

Carla Pravisani: Osvaldo, ¿qué es ser poeta?

Osvaldo Sauma: Lo veo como una forma de vida, un mundo en sí mismo que tiene todas las coordenadas juntas, es casi una religión, una forma de creer y de sostenerse pese al caos. En fin, una terapia para no hundirse.

 

CP: ¿La poesía es un estado?

OS: Es un estado en el momento en que llega la mal llamada inspiración. Es un momento en el que entrás en un mundo donde no hay nombres, ni tiempo, ni edad. Es un estado de comunión con las cosas, con el todo. Te abstraés, te metés en el papel… y después vendrán los resultados. Como decía Cioran: “La poesía excluye cálculo y premeditación”. Es un estado de revelación.


CP:  ¿El estado poético es un estado que se busca o que se encuentra?

OS: Se encuentra (esa es la desgracia). Esa es la principal diferencia entre el escritor y el poeta. Un escritor colombiano, Jaramillo Escobar, decía que el escritor es una mula, y que generalmente escribe por pedido, por dinero o por otras circunstancias; en cambio el poeta es un ángel, y el ángel recibe revelaciones.


CP: ¿A vos cuánto te dura el estado poético?

OS: Poco, pero si uno pudiera mantenerse en ese estado sería lo ideal. Trabajar y vivir en el aire en espera del duende —como lo llamaba Lorca—. Hemingway decía “Yo espero a la musa trabajando”, en cambio yo la espero en una hamaca, porque da lo mismo: de todas maneras voy a tener que botar todo eso que escribí previamente. El poema no se puede forzar.


CP: ¿Puede ser poeta alguien que no escribe poesía?

OS: Por supuesto. La poesía no es solo la palabra. Está en las artes, en la vida, en la naturaleza. Si hubiera un canon preestablecido de cómo ser poeta, diría que hay muchos que viven la vida como un poema.  


CP: Nicanor Parra decía que la poesía es vida en palabras… ¿compartís esa posición?

OS: Exacto, es la vida y la capacidad de asombrarse. Para mí el asombro es lo importante, no tanto el esfuerzo.


CP: ¿Descartás la disciplina como método en la poesía?

OS: Yo sé que los escritores de narrativa tienen que tener horarios de escritura, porque la novela se puede retomar, pero la poesía es un estado de observación y  se transmite en una sola vez y de una sola manera. Después vendrá el momento de pulido que me parece tan primordial tanto en la poesía como en cualquier otra rama de la literatura.


CP: En tu caso, ¿cómo fue que te decidiste a escribir poesía?

OS: Siempre me pregunté si uno nace poeta o se hace. Cada uno tiene una manera de percibir el oficio poético. Me gusta mucho una definición de Pessoa que dice: “La poesía es un oficio de ciegos tercos”. Es una búsqueda en la niebla esperando destellos. Yo nunca había pensado en este oficio.


CP: ¿Por qué?

OS: Era un estudiante muy rebelde, me echaron de cuatro colegios, pasaba a regañadientes las materias. En quinto año no iba nada bien; y un amigo muy especial que tuve me dijo: “Usted parece un río: cuando ve una piedra, la rodea”. Él me ayudó mucho, me enseñó a estudiar. Pasé con nueve y diez en todas, terminé con un bachillerato casi de honor. Durante ese proceso él me dio un par de libros: Cartas de un gusano a Jesucristo, de Gironella, y Una burbuja en el Limbo, de Fabián Dobles. Cuando leí a Fabián, me identifiqué con el personaje de la novela (era un loco al que le gustaba estar en los potreros y tallar ángeles de madera), y mi percepción del mundo cambió.

 

CP: ¿Qué significó en tu vida asumirte como poeta? ¿Cómo tomó tu entorno esa decisión?

OS: No lo vieron bien. Mi padre me decía: escribí los fines de semana y estudiá derecho el resto del tiempo. No dejé de estudiar, pero me pasé a Periodismo, sentí que era más afín. Después me di cuenta de que tampoco era tan afín. De que el uso de la palabra con esquemas no me apasionaba.


CP: Osvaldo… ¿y qué significa ser poeta en un país tan pequeño como Costa Rica?

OS: Pienso que este es un país muy indolente. La burla ha deteriorado un poco el poder creativo. Desde la generación del 40 hemos visto a gente que se ha ido prácticamente humillada de Costa Rica por tener una visión distinta del mundo: Yolanda Oreamuno, Eunice Odio, Francisco Zúñiga, Joaquín Gutiérrez… casi toda esa generación se tuvo que ir. El único que se quedó fue Fabián Dobles. Pero fue vilipendiado. No gratuitamente Yolanda nos llamó “los costarrisibles”.


CP: ¿Sentiste ganas de irte en algún momento?

OS: Yo amo mucho este país. No necesariamente su plan de gobierno, ni la manera en la que lo han orientado, pero me parece que es un país privilegiado, y que lo hemos echado a perder de manera acelerada. Pero me cuesta irme, tengo raíces.


CP: ¿Crees que este país te aprecia como artista?

OS: No hay profeta en su tierra. Por eso es muy gratificante cuando me voy al exterior. Siento que la gente me respeta, me habla bien de mi poesía. Sin los festivales internacionales de poesía, sobre todo los de Colombia, no me hubiera desarrollado como poeta. Con ellos empezó un ciclo de invitaciones, de reconocimientos que aquí no se me había dado nunca. En el exterior les gusta mi obra, me estiman.


CP: ¿Cómo es tu proceso creativo?

OS: Leyendo a Whitman en Canto a mí mismo: “Instinto, instinto, instinto”. Yo siento que todo es instintivo, después vendrá el proceso de auto-corregirse.


CP: ¿Qué buscás cuando corregís?

OS: Me llamó la atención una reflexión de Ezra Pound, él decía que la poesía del siglo XX iba a estar más cerca del hueso: “Austera, directa, y libre de babosa emoción”. Eso me pareció un principio fundamental.


CP: Según tu punto de vista, ¿importa más el qué se dice o el cómo se dice?

OS: No tanto eso; yo creo —como dice José Emilio Pacheco— que “no leemos a otros, nos leemos en ellos”. Yo me leí en Kavafis, en Tu-Fu, en Li-Po. Esa es la poesía que yo quiero: de esencialidad, sin tanta adjetivación, más directa, más sensible. Y he intentado seguir esa línea.


CP: ¿Qué pensás del ritmo en la poesía?

OS: El ritmo es muy interior, por eso a mí me gusta oír a un poeta leer sus poemas, porque entiendo su ritmo interior.


CP: En El libro del adiós, uno de los temas principales es el despecho. ¿Cómo fue la recepción del poemario en un lugar donde está bien visto el reclamo de la mujer y no tanto el del hombre?

OS: Aquí tuvo sus pros y sus contras. Porque alguna gente lo vio como machista. Yo no siento que el libro sea machista, no llego a esos extremos. Lo que quise fue equiparar, afirmar: “Yo fui tan falso como lo fuiste vos.” Es decir, quise plantear la verdad de una relación, donde siempre hay dos culpables. De una relación particularmente enfermiza que se da mucho en la realidad.


CP: ¿Por qué crees que se dan las relaciones enfermizas?

OS: Por el yo. Es una batalla de egos. Es muy difícil. A menos de que bajes o cedas el yo. Pero lo otro se convierte en una batalla de mentiras, traiciones, golpes, enfrentamientos.


CP: ¿Y qué experiencia te ha dado el libro?Bitácora del iluso

OS: Fue un exorcismo. Muchos me han dicho: “tu libro me ha sido de mucha ayuda”. Entonces yo bromeo: “Digan que es de autoayuda, a ver si se vende”. También hay gente a la que no le ha gustado; tal vez lo comparan con Bitácora del iluso, pero son momentos diferentes. Uno no siempre es el mismo.


CP: Para cierre, un poema que te guste.

Osvaldo lee:

 

Una mujer baila

una mujer baila
amparada a la noche
despliega sus brazos
como decir sus alas
desde el centro del aire
hacia las afueras del aire
en diagonal a los espacios de la luz
entre los costados de la sombra

 

una mujer gira
como un astro
y sobre sí misma
                    esboza
la ruta del azar y sus conjugaciones
gira
        baila
                    alza un tiempo magnético
como quien alza un pájaro
desde la tierra que lo atrapa
y traza con un carbón encendido
el lenguaje bermejo de las cavernas

 

baila
        y con ello sacude
los miedos de la infancia
que aterrados todavía
nos llaman desde su adentro


una mujer baila
sobre el corazón de la madera
para enardecer
el latido ciego de la vida
baila sobre mis heridas
para recrudecerme
el camino del remordimiento


una mujer baila
sola contra la adversidad
baila sobre el planeta errante
sobre un contratiempo de la memoria
y se fuga en esa fuga de la música
y vuelve sobre sí misma
para revelarnos
un deseo desterrado del Paraíso terrenal

 
Publicado por Diego a las 22:53