Fin


Primera página : Entre El Guerrero y Alba. La poesía de María Rosa Mó

Miércoles 22 de Marzo de 2006
Entre El Guerrero y Alba. La poesía de María Rosa Mó
Primera parte: Ocho viajes con El Guerrero

 

 

I. El título es el cuerpo: El Guerrero (Alción Editora, Córdoba, 2004). Ahí está la puerta, la ambigüedad que deja latente el significante del libro. Lo primero que se nos pasa por la cabeza cuando recorremos al Guerrero es un recuerdo profundo y vivo de alguna historia en otra historia en algún otro tiempo. Una sensación de atemporalidad que no termina de ubicarnos, que nos abre la puerta a imaginar recorridos, mundos, paisajes.

Recordé Mazeppa, de Lord Byron; quizá no tiene ninguna relación en el contenido, pero sí en cuanto a la concepción de libro. Byron cuenta en forma de verso una leyenda ucraniana basada en un pasaje de un libro de Voltaire (Historia de Carlos XII). María Rosa Mó cuenta la historia de otro Guerrero, otro ¿hombre? nacido y crecido para el combate, y en el combate muerto. Una historia que con delicada unidad nos muestra que en El Guerrero habita un solo poema: una vida.

Propongo un recorrido: visitar cada una de las partes que unen la vida del Guerrero, que hacen de este libro de poesía un gran poema, una búsqueda por volver.

 

II. La Madre: ?Las madres cantan / canciones del ayer? y es el recuerdo del guerrero, su memoria primera. Memoria particular que es culpa, ?no hay canto de cuna / en la memoria / gastada / por las culpas de otras / es lo que no quiso / y empuña un niño / como única arma?. La concepción de un niño con un destino; concebir un hijo como arma, como defensa y ataque.

 

III. El Niño. Un niño que carga con un destino: ser Guerrero; ese es el legado con el que ha nacido y el legado que dejará. No puede elegir: la armadura y la espada, como tatuajes en su piel, marcarán su vida.

Es entonces cuando encontramos la voz propia del guerrero que habla ?con la vorágine del viento / le hace decir que no eligió / ni talla ni armadura / Sólo el silencio?. En esta búsqueda propia el guerrero tiene que dejar de ser los ojos de su madre, dejar de ser el arma de la madre, su espada, y ser su propia vida, su propia espada. ?Despojado el niño / del ámbar / de los ojos de la madre / crece sin tutela / parecido a nada?. Uno de los poemas más fuertes del libro, el de la página 26, en donde la voz poética reflexiona sobre la libertad, sobre la posibilidad de crecer sin ataduras: ?Soltar la cuerda que ata / al caballo y andar?dónde cabrá el mundo, dónde cabrá el mundo??. Y por último, a una etapa le precede otra, y entre momento y momento un instante, un detalle que promueve el cambio; el Guerrero descubre su sexualidad, el niño se reconoce como arma: ?la piel de niño grita / que quiere ser / hombre y se deshace / en los primeros / fluidos nocturnos?.

 

IV. La Joven. Es difícil escribir sobre la sexualidad y el erotismo y no caer en la banalidad o en la vulgaridad;  María Rosa, sin embargo, lo hace con soltura, cada uno de los poemas es parte de un proceso. El Guerrero se hace hombre; crece, es su pasaje a otra piel que cambia, como los lagartos:. ?Los pezones del guerrero / pican ? y el ardor baja / y despierta / su virilidad // La joven ? roza su mirada / como el vuelo de un pájaro?. ?Guarda el secreto de ser bella / el perfume de los muslos / recorre las premuras del andar / a contraluz?

?El perfume se fue / la muchacha describe / sinsabores?. Y el mensaje entre líneas: otro guerrero por venir, otra luna, otra señal, un nuevo comienzo. Esta característica es la línea general del libro: la circularidad. El libro es un ciclo y es la repetición de la vida de un guerrero que tiene que dejarse y otro que vuelve a empezar, el ciclo de la vida y la muerte, el ciclo del padre y su falta, de la madre y su culpa, de la joven y su amor.

 

V. La herida. Hay uno de los poemas y un verso que resumen el espíritu de este capitulo y parte del libro: ?Escupir / soltar el tajo / la herida que hable por su nombre / que sangre discontinua / la historia / no repara en héroes ni caídos / la verdad se esconde / tras un canto de sirena?. El verso que lo acompaña y le termina de dar el significante es: ?el guerrero sin guerra no es guerrero?, y, como escribe la autora, es simplemente un ser que acompaña los días, un ser carente de sentido, vaciado.

 

VI. Los Hombres. Lo nuevo, lo desconocido, el guerrero se deslumbra en el pueblo y al encontrarse con otros como él. El círculo de su personalidad se va cerrando, porque todavía no se re-conocía como otro dentro de una sociedad: ?una ciudad en llamas / una mirada poderosa / pudo con él?. Y el desenfreno, ya no el amor, que él no reconoció como tal, sino el sexo, el salvaje: ?Músculos entrelazados / derraman sobre sí / la caricia brutal / no susurra / Recorre en su mudez / la quietud de las espaldas?.

 

VII. El padre. Aquí encontramos otro punto de la circularidad poética del libro: aparece el padre no conocido y sin fuerzas para buscar, pero también el guerrero como padre no reconocido (todavía) y sin tiempo para encontrar.

El Guerrero encuentra al padre en sus movimientos, en él se reconoce como hijo de un padre: ?Empuja la espada / el padre clama por salir / como animal lo habita / y lo desangra?.

Máxima expresión sobre la herencia-la sangre-el padre-el recuerdo-el olvido: ?El padre dentro / colma y rasga / ¿qué es la sangre???colma y rasga, eso que hace por adentro y lastima: y la belleza. Sin embargo, ?Dos padres son más / pero no alcanzan / para saciar el hambre / el abandono?, es preciso regresar, volver. Olvidar al padre que ya partió, definitivamente.

 

VIII. El Regreso y el Ocaso. Me arriesgo en decir que estas dos últimas partes son una sola unidad. El ocaso forma parte del regreso, porque es intrínseco a su deseo de volver. ?Tiene la impronta / el lacre que aún quema / de ese hombre / guerrero como él / que un día quedó / anclado en la belleza / de una mujer / sólo un momento / para sembrar un hijo / parido en pie de guerra?. Es la metáfora misma de la concepción, porque un hijo no solamente se concibe, sino que se siembra. Y también su recuerdo, ?una joven pasó por él / en un establo / su vientre quizá cargó / un hijo / otro guerrero / para repetir / la misma historia?.

Pero no hay tiempo para buscarlo ya. Quedaría preguntarse, al final, quién carga la cruz de los despadrados, quién es el Guerrero, quién busca clemencia? Y ya hay otro guerrero, ya la historia dio otro guerrero, nuevamente.

 
Publicado por Emmanuel Taub a las 07:00