Fin


Primera página : Tim Burton y la fábrica de maravillas (1ª parte)

Viernes 07 de Octubre de 2005
Tim Burton y la fábrica de maravillas (1ª parte)

A esta altura, el director Tim Burton no necesita presentación. Dado que este año estrena no una sino dos películas, es imposible resistirse a repasar su obra, en la que nunca faltan los universos de cuento de hadas ni los seres incomprendidos.

Pero, ¿de dónde viene este muchacho tan oscuro?

Burbank, el cementerio y Disney

El director más darkie nació el 25 de agosto de 1958 en Burbank, California. Un suburbio en donde todas las casas son blancas, los jardines prolijitos, las personas comunes y corrientes... El pequeño y retraído Tim siempre se sentía como un forastero en tierra extraña. Sin embargo, Burbank se encontraba ubicada entre los estudios de cine de la Warner Bros... y un cementerio, donde el joven Burton solía ir a jugar (¡!), ya que lo consideraba un entorno tranquilo y emocionante.

Pero fue a través de sus dibujos, y de las películas de terror y ciencia-ficción, que el joven Tim encontraba el escape a ?toda esa atmósfera de suburbio tranquilo y puritano? que lo ahogaba. La serie de adaptaciones de cuentos de Edgar Allan Poe a cargo de Roger Corman, protagonizadas por Vincent Price, y los films de la productora inglesa Hammer resultaron ser sus influencias más decisivas.

De niño comenzó a hacer cortos en Súper 8. Obviamente, eran historias de fantasía y monstruos, algunas protagonizadas por él mismo.

Al terminar la secundaria obtuvo una beca para estudiar animación en la prestigiosa California Institute of the Arts (CalArts). Para los veintiún años ya trabajaba en la Disney.

La experiencia no resultó satisfactoria: participó en largometrajes animados que nadie recuerda, como El zorro y el sabueso (The fox and the hound, 1980) y El caldero mágico (The blanck cauldron, 1985).

A pesar del estilo familiar y edulcorado del estudio, que en cierta forma coartaba su visión, fue dentro de la productora del Ratón Mickey que Tim pudo filmar cortos personales, realmente imaginativos, en los que ya podía apreciarse su talento. Uno de ellos fue Vincent (1982), un homenaje a su adorado Vincent Prince, quien puso su voz en off para la narración. En 1984 se largó a dirigir seres de carne y hueso con Frankenweenie, de casi media hora. Se trata de otro homenaje, esta vez ?como el título ya lo anticipa? a Frankenstein. Hay un perro, un bull terrier llamado Sparky, que muere, y hay un chico, su dueño, que lo resucita mediante un experimento. Entre los actores se destacan Shelley Duvall ?la sufrida esposa de Jack Nicholson en El resplandor (The shinning, Stanley Kubrik, 1980) ?, Daniel Stern y Paul Bartel.

Ambos cortos empezaron a proyectarse antes de cada dibujo animado de Disney, pero no tuvieron una gran difusión, ya que los ejecutivos los consideraban muy retorcidos. El reconocimiento vino principalmente por el lado de festivales especializados. Hoy el público puede disfrutarlos en el DVD de El extraño mundo de Jack.

Gracias a Shelley Duvall, Burton pudo dirigir una de las historias infantiles del programa de TV Fairie tale theatre. En este caso, Aladino (Aladdin and his wonderful lamp, 1985), con Leonard Nimoy y James Earls Jones.

En estos trabajos es posible apreciar las obsesiones de Tim que se repetirían a lo largo de su obra: personajes marginados, que no logran encajar en la sociedad; mundos fantásticos; lo gótico, la muerte y el más allá.

Cerrando lo que él considera la época más depresiva de su vida, Burton dejó Disney. Su primer largometraje estaba muy cerca.

 

La gran aventura de Pee Wee (Pee Wee´s big aventure, 1985)

A comienzos de los ?80, un extraño programa infantil alcanzaba gran popularidad en Estados Unidos: Pee Wee´s Playhouse. Su estrella era Pee Wee Herman (Paul Reubens), un adulto que se comporta como un chico y viste de traje y moño. El éxito hizo que la Warner Bros. financiara una película protagonizada por dicho personaje.

Reubens quería una visión fresca e imaginativa, por lo que se puso a buscar directores novatos. Al ver Frankenweenie contrató a Tim Burton, quien aceptó sin dudar.

La película es básicamente una versión infantil y extravagante de Ladrones de bicicleta (Ladri de biciclette, Vittorio de Sica, 1948), aquel clásico del neorrealismo italiano: Pee Wee Herman recibe una espectacular bicicleta que es la envidia de todos, pero su alegría no dura mucho, ya que alguien se la roba. Entonces emprende la búsqueda, que lo lleva a toparse con toda clase de situaciones y personajes.

Pese a tratarse de un proyecto por encargo, Tim gozó de gran libertad creativa, además del cariño que sentía por el material. Incluso colocó más elementos autobiográfico de lo que se piensa; tenemos a Pee Wee, un individuo distinto al resto, moviéndose en un entorno similar a Burbank. La gran aventura... se convirtió en su primer éxito.

Además, significó la primera colaboración con Danny Elfman. TM, fanático de la new wave (de hecho, se parece a Robert ?The Cure? Smith) acudió a Elfman tras escuchar su banda Oingo Boingo. Por otra parte, la sensibilidad de DE es idéntica a la de Burton, debido a que creció siendo un chico incomprendido, que prefería crear en solitario y ver películas clase B.

La carrera de Pee Wee Herman sucumbió cuando Paul Reubens fue arrestado por masturbarse en un cine porno.

Sin embargo, la de Tim no haría más que crecer.

 

Beetlejuice, el súper fantasma (Beetlejuice, 1988)

La gran aventura de Pee Wee puso en el mapa a Tim Burton. Ahora era un director solicitado. Filmó un episodio del programa Alfred Hitchcock presenta. El asunto se tituló The jar y estaba basado en un cuento de Ray Bradbury.

Llovían guiones para largometrajes, pero ninguno lo convencía. Le parecían demasiado lo de siempre.

Cuenta que se interesó en la comedia negra Beetlejuice justamente porque era delirante y anticonvencional.

 

 

Un matrimonio formado por Adam y Bárbara (Alec Baldwin y Geena Davis, respectivamente) muere en un accidente, y se transforman en almas en pena prisioneras en propia casa... Que no tarda en ser habitada por una familia. Para nada contentos con la idea de compartir la vivienda con otra gente, los fantasmas piden ayuda  a un especialista en espantar mortales: un bioexorcista  tan chistoso como depravado, conocido como Beetlejuice (Michael Keaton). Pero el remedio resulta ser peor que la enfermedad.

En Beetlejuice abundan momentos inspirados: la recreación del Más Allá (con un desopilante desfile de muertos), las locuras del personaje del título y la secuencia en la que, en una cena muy elegante, Adam y Bárbara hacen que toda la familia baile y cante ?Banana boat song? de Harry Belafonte.

Los personajes marginados incluyen al matrimonio, Beetlejuice y a Lydia, la hija darkie de los nuevos habitantes, interpretada por Winona Ryder.

La película fue otro gol de media cancha, que hasta generó una serie animada. Michael Keaton quedó tan enganchado con su personaje que cada tanto le insiste a TM para que haga una secuela.

En la semana de su estreno, Mr. Burton cerró el trato para dirigir su nuevo film, el más importante hasta la fecha.

 

Batman (1989)

La polémica previa al estreno de esta película es bien conocida, pero nunca viene mal refrescarla.

La idea de llevar a la pantalla grande el comic Batman venía desde hacía tiempo, cuando salió Superman (Richard Donner, 1978). Por el proyecto pasaron nombres como Joe Dante e Ivan Reitman, pero el afortunado fue Tim Burton. Bueno, al principio no tanto: los fanáticos del comic ?por lo general gente muy purista? protestó a más no poder por la elección del director. Y ni hablemos cuando se confirmó a Michael Keaton como el Encapotado. ¿Un comediante petiso haciendo de superhéroe?

 

 

Filmada en Londres, en los estudios Pinewood, se pensó que la película estaría inspirada en la visión psicodélica de la serie de los ?60 que protagonizara Adam West. Pero TM sorprendió a todos con un Batman serio, oscuro, inspirado en las primeras historietas (obra de Bob Kane, creador del personaje) y en los trabajos de Frank ?Sin City? Miller, como la ya clásica Dark Knight.

El guión, escrito por Sam Hamm, contaba la vida de Bruce Wayne, millonario bien parecido durante el día, justiciero enmascarado por las noches. De pronto se le cruza su archivillano por excelencia, El Guasón (o The Jocker, en  inglés), interpretado por Jack Nicholson. Mientras se enamora de la periodista Vicky Vale (Kim Basinger), nuestro héroe descubre que su némesis de la amplia sonrisa es ni más ni menos que... ¡el que asesinó a sus padres!

Sin duda, lo primero que uno recuerda de la película es la tenebrosa ambientación de Ciudad Gótica, a cargo del diseñador de producción Anton Furst y del director de fotografía Roger Pratt, habitual colaborador de Terry Guillian. Ambos contribuyeron a crear ese clima que adquirió el mote de burtonesco.

Batman fue un superéxito indiscutido. Sin embargo, sobre todo con el estreno de Batman inicia (Batman Begins, Christopher Nolan, 2005), muchos comenzaron a admitir que, después de todo, no era gran cosa. Que seguía pareciéndose a la serie de TV, que Michael Keaton fue, es y será un pésimo hombre-murciélago... Y que la mano de Burton no se nota demasiado, pero esto último ya es un pensamiento exagerado.

Más allá de las presiones del estudio y de las críticas de cierto sector, Tim Burton ya era un peso pesado en Hollywood. ¿Podrá mantener su particular óptica dentro de un sistema acostumbrado a exprimir talentos? No se pierdan el próximo baticapítulo.

 

El joven manos de tijera (Edward Scissorhand, 1991)

Después de Batman, Burton fue tentado a dirigir más superproducciones. Sin embargo, eligió rodar un film más pequeño, intimista y personal.

Los orígenes de El joven manos de tijera pueden rastrearse en la adolescencia del director, cuando no podía comunicarse con los demás, y en su fanatismo por las películas de monstruos. Sobre todo, Frankenstein, a quien ya citara en Frankenweenie.

Inspirado en un dibujo suyo y en la idea de un personaje que podía ser creativo y destructivo a la vez, Burton terminó de darle forma al proyecto, que produciría junto a su socia Denise Di Novi. El guión corrió por cuenta de Caroline Thompson, escritora de un libro en el que un aborto volvía a la vida.

A la gente de Warner, que produjo Batman, no le interesó la historia, pero sí a la Twentieth Century Fox, que financió el asunto.

 

 

Edward Scissorhand (Johnny Depp) es la creación de un inventor (Vincent Price) que muere antes de  terminarlo. Permanece en el lóbrego castillo hasta que Peg (Diane West) lo descubre y se lo lleva a vivir con su familia en un suburbio donde las casas son todas iguales ?como en Burbank?. Si bien la primera impresión que Edward causa en la vecindad es positiva (especialmente por su talento para trabajar con sus tijeras), las relaciones­ se van tensando. Y al enamorarse de Kim (Winnona Ryder), la hija de Peg, todo empeora.

?Quería hacer una película que expresara mi amor a los cuentos de hadas y los sentimientos que ellos me despiertan?, dijo TM.

El joven? marca la primera de muchas colaboraciones exitosas con Johnny Depp, hasta entonces una estrella de la televisión (gracias a la serie 21 jump street) quien renegaba de su condición de tal. La actuación de Depp convirtió al personaje en el héroe burtonesco por excelencia. Tal vez la química con el realizador se produjo porque, si bien ahora está en una etapa más taquillera, JD siempre fue como un outsider dentro de Hollywood; el más europeo de los actores estadounidenses.

Las impresionantes tijeras que porta el protagonista fueron obras del especialista en efectos de maquillaje Stan Winston, otrora responsable de Terminator y Depredador. TM quería que Edward se viera hermoso y peligroso al mismo tiempo.

Pese a tratarse de una película a menor escala, significó otra conquista por parte del oscuro Tim.

No obstante, volvería a meterse en el mundo del hombre murciélago más famoso.

 

Batman vuelve (Batman returns, 1992)

Al ver la secuencia inicial  de Batman vuelve ?la del bebé pingüino humanoide, claro homenaje a El monstruo está vivo (It´s alive, Larry Cohen, 1974)?, queda claro que estamos ante algo muy siniestro.

Pero el Pingüino (Danny de Vitto) no es el único nuevo archienemigo del Encapotado (Keaton otra vez): también aparece Gatúbela (Michelle Pfeiffer), el otro yo de la reprimida Selina Kyle.

Con Batman vuelve, Burton, pareció soltarse mucho más, por lo que el resultado es claramente una película mucho más suya, desbordante de imaginación. Para empezar, desde la estética, ahora más influida por los clásicos del expresionismo alemán. La nueva Ciudad Gótica ?donde nieva todo el tiempo? está constituida por monstruosas estructuras, dignas de Metrópolis (Fritz Lang, 1927). Un entorno con más de cuento de hadas que de film noir. Y el ambicioso magnate encarnado por Christopher Walken se llama Max Schreck, como el actor que hizo del vampiro en Nosferatu, una sinfonía de horror (Nosferatu, eine symponie des grauens, Friedrich Willhem Murnau, 1922).

Además, sobresalen las escenas de los villanos (juntos o por separado), que se ajustan al inadaptado marca Burton, así como las peleas entre Batman y Gatúbela, con tensión sexual incluida.

¿Segundas partes nunca fueron buenas? Puede ser, pero nada de eso sucede con Batman vuelve, que termina superando al original.

A pesar del éxito, el contenido del film resultó demasiado duro para los ejecutivos de la Warner, más preocupados por vender muñequitos de los personajes que por hacer un buen producto cinematográfico. A la hora de preparar Batman III, trataron de convencer a Burton de hacer algo menos tenebroso. Al gran Tim no le gustó nada y prefirió dar un paso al costado. Eso sí, quedó como productor ejecutivo de lo que finalmente se conoció como Batman eternamente (Batman forever, 1995), dirigida por Joel Schumacher, quien terminó de arruinarlo todo con Batman y Robin (1997). 

 

 

La segunda parte de esta nota, en el próximo FIN.

 
Publicado por Matías Orta a las 07:00