Fin


Primera página : Érase una vez en Manchester

Sábado 15 de Enero de 2005
Érase una vez en Manchester

 

?Si tengo que elegir entre contar la verdad y la leyenda, prefiero la leyenda?

 John Ford

 

Free Trade Hall. Manchester, Inglaterra, 1976.

En el escenario, unos entonces desconocidos Sex Pistols arremeten con sus chillidos anarquistas ante sólo cuarenta y dos individuos. Entre ellos, el conductor de TV Tony Wilson; el productor Martin Hannet; el pelirrojo Mick Hucknall, futura voz de Simply Red; los integrantes de la banda The Buzzcocks y los de otra llamada Warsaw, luego conocida como Joy Division.

No se trata de un show más, sino del inicio de algo nuevo. TW se dio cuenta y no tardó en convertirse en su principal cronista y promotor.

Así son los primeros minutos de una de las más excitantes movidas musicales de fines del siglo XX, y también de la película Manchester 1970-1990: La fiesta interminable (24 hour  party people, Michael Winterbottom, 2001).

No pasaron ni cinco años de su estreno y ya es una película de culto. Incluso en nuestro país: sólo pudo verse en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, en el Festival de Cine Independiente de Buenos Aires (ediciones 2003 de cada uno), y en algún que otro ciclo.

Tras una interminable posposición, por fin llegó el día del estreno oficial.

Bizarre love triangle

La película se centra en la creación, el apogeo y la caída de Factory Records y el boliche bailable The Hacienda (ambos fundados por Tony Wilson), y en el recorrido de tres bandas.

Primero Joy División, autores de una música de climas tan alegres como una fábrica abandonada, infestada de óxido. No por nada el torturado vocalista Ian Curtis terminó ahorcándose.

Los miembros restantes de la banda, Bernard Sumner, Peter Hook y Stephen Morris, incorporan a la tecladista Gillian Gilbert y fundan New Order. Continúan con los ambientes densos de la banda anterior, pero incorporando más del pop y de la música dance. Al amparo de Factory, graban ?Blue Monday?, que se convertiría en el single más vendido.

También por Factory surgen los Happy Mondays, con un estilo más orientado a ritmos negros como el funk y el soul, y piezas fundamentales del movimiento Madchester (sí, con una?d?, jugando con la palabra ?mad?, ?loco?). Incluso podemos ver el delirante encuentro del cantante Shaun Ryder (?El nuevo W. B. Yeats?, según Tony Wilson) con Mark Berry, o Bez, famoso por sus payasadas en el escenario.

Además, podemos presenciar el nacimiento de las raves, cuando el público de The Hacienda empieza a prestarle atención al dj.

Todo esto contado de manera fresca, divertida, con elementos mezcla de ficción e imágenes documentales -una constante en la obra de Winterbottom-, en donde se alteran formatos de fílmico y de video (la dirección de fotografía le corresponde al veterano holandés Robby Müller, otrora colaborador de Win Wenders y Jim Jarmush). Y siempre Tony Wilson contándonos las cosas a la cámara, incluso para avisarnos qué personas de la vida real hacen cameos a lo largo del film. Por ejemplo, entre otros, aparece le verdadero TW como el director de un programa de televisión.

Manchester... no pretende ser un documento histórico, sino capturar la leyenda.

?La película indica constantemente que da igual que los hechos sean genuinos o no?, dice Winterbottom, ?aunque cuanto más extraños más reales son. No existe una única versión de un evento y ofrecemos la de Wilson. Él es un creador de mitos; creó el espacio para que nacieran estas bandas geniales y creó el mito de Manchester?.

Quizá se le podría retrucar que no haya profundizado en otras bandas de la movida Madchester -como The Stone Roses e Inspiral Carpets-, ni en los gloriosos Smiths. Según la producción, la idea era incorporarlos, pero Morrisey no quiso ceder los derechos de las canciones. Una lástima.

Sí es sorpresiva la mención y aparición de grupos más oscuros, como A Certain Ratio y Durutti Culumn.

Heart and soul

El director Michael Winterbottom no es precisamente una luminaria, pero en doce años dirigió diez películas, de los temas más variados. Bienvenido a Sarajevo (Welcome to Sarajevo, 1998), y Wonderland (1999), entre otras. Hace poco volvió al terreno más roquero con Nine songs, que se presentó en la reciente edición del Festival de cine de San Sebastián, y, entre otras cosas, captura recitales en vivo de bandas como Primal Scream y Franz Ferdinand.

En cuanto al elenco, se luce Steve Coogan en el papel de Tony Wilson. El comediante viene de actuar, junto a Jackie Chan, en la reciente versión fílmica de La vuelta al mundo en 80 días (Around the world in 80 days, Frank Coraci, 2004) y volverá a trabajar para Winterbottom en Tristram Shandy, donde, al igual que Manchester..., otra vez se mezclan la ficción y la realidad.

Andy Serkis (Martin Hannet en la película) es el más conocido en el reparto debido a su participación en la saga de El señor de los anillos (The lord of the rings), dirigidas por Peter Jackson, en la que interpretaba ?tecnología mediante- al obsesionado Gollum. En este momento se encuentra nuevamente bajo las órdenes del director neocelandés en la nueva King Kong, donde encarna al mismísimo gorila gigante.

Pero uno de los que se roba la escena es el ignoto Sean Harris. Su caracterización de Ian Curtis fue tal que los ahora integrantes de New Order quedaron atónitos.

Desde hace unos años que circulan rumores sobre un film biográfico de Curtis. En algún momento se dijo que lo dirigiría Danny Boyle, responsable de Trainspotting-sin límites (Trainspotting, 1996). No pasó nada. Ahora el proyecto cobró fuerza: se llamará Transmission ?hiper clásico de Joy Division-, y estaría protagonizado por alguna estrella. Los candidatos: Jude Law (casi descartado: son sus treinta y dos años contra los apenas veintitrés a los que llegó el cantante) y Colin ?Alexander? Farrell. El guión pertenece a Deborah Curtis, viuda de Ian.

I wanna rock

El cine y el rock mantienen una relación muy cercana.

Hay actores que interpretan a músicos, músicos que actúan. También muchas bandas se encargan de soundtrack para películas. Incluso si se trata de un film mudo: en 1984, el gran Giorgio Moroder fue responsable de musicalizar nuevamente Metrópolis (Fritz Lang, 1926), y hace poco, el dúo Pet Shop Boys hizo lo propio con El acorazado Potemkin (Bronenosez Potemkin, Sergei Eisenstein, 1925).

Lo que sigue es una breve pero valiosa lista de ejemplos.

Quadrophenia (Frank Roddam, 1979): Retrato de los enfrentamientos entre mods y rockers, allá en la Gran Bretaña de los años ?60, con la actuación de Gordon Sumner, mejor conocido como Sting. Inspirada en el disco de The Who del mismo nombre. Y hablando del diablo...

Tommy (Ken Russell, 1975): la otra ópera rock de la banda de Pete Townsend no necesita presentación. La historia de un muchacho que, luego de presenciar el asesinato de su padre, queda ciego, sordo y mudo, ya es un semi clásico. Además del cantante Roger Daltrey en el rol principal y del resto de los Who, aparecen Elton John, Tina Turner y Eric Clapton. Ken Russel, melómano declarado, también dirigió biografías de músicos clásicos, como Mahler (1975) y La otra cara del amor (The music lovers, 1971), sobre Tchaikovski.

The rocky horror picture show (Jim Sharman, 1975): Impresionante. Junto con la también recomendada Un fantasma en el Paraíso (Phantom of paradise, Brian de Palma, 1974), el musical de terror por excelencia.

Pink Floyd: The Wall (Alan Parker, 1982): La película que les cambió la cabeza a muchos. Probablemente la última gran obra de Alan Parker, quien no está seguro del significado del film. Una vez dijo: ?Es acerca de las barreras que nos autoimponemos... pero también es un montón de ideas que se le ocurrieron a Roger Waters?. ¿Cómo que todavía no la vieron?

Velvet Goldmine (Todd Haynes, 1998): Tal como dijera un crítico en su momento, si una película puede basarse en un libro, un comic o un videojuego, ¿por qué no en una corriente musical? En este caso, el glam rock, que sólo se extendió a comienzos de los ´70, y se caracterizaba por la presencia de músicos vestidos con trajes coloridos, repletos de lentejuelas, temas de dos o tres minutos y lo andrógino. ¿Los más representativos? T-Rex, Roxy Music y David Bowie personificando al alienígena bisexual Ziggie Stardust. De hecho, uno de los personajes principales está basado claramente en el Duque Blanco (quien no autorizó que usaran sus canciones): su nombre es Brian Slade, y su otro yo, Maxwell Demon.
Dato curioso: en el primer día de filmación, el personaje interpretado por Ewan McGregor (inspirado en Iggy Pop) sale a tocar semidesnudo. Momentos antes de rodar, el actor escocés recibió el esperado llamado telefónico de George Lucas: ?Vas a ser Obi Wan Kenobi en la nueva trilogía de La guerra de las galaxias?. Ewan no pudo avisarle a nadie, pero sí manifestó su alegría delante de cámara. De modo que la euforia del personaje fue muy real. Stanislavski puro, ¿no?

Casi famosos (Almost famous, Cameron Crowe, 2000): La obra maestra del director de Jerry Maguire, amor y desafío (Jerry Maguire, 1996) no es más ni menos que su autobiografía de los tiempos como periodista musical -y con apenas quince años-, a comienzos de los ´70. Una maravilla.

Hedwig and the Angry Inch (John Cameron Mitchel, 2001): Basada en la obra surgida del off-Broadway, acerca de Hedwig, una drag queen con pasado pesado y ansias de convertirse en estrella de rock. John CM también actúa y escribe el guión.

Y no olvidemos a los más grandes. Sí, Los Beatles. Entre su nada despreciable filmografía se destacan las películas dirigidas por Richard Lester: Anochecer de un día agitado (A hard day´s nigth, 1964) y ¡Socorro! (Help!, 1965), sin olvidar la mucho más lisérgica El Submarino amarillo (Yellow submarine, George Dunning, 1968).

En los próximos tiempos se vienen The last days, la visión del talentoso Gus Van Sant sobre los momentos finales de Kurt Cobain, y dos biografías de Janis Joplin. Una de ellas, que lleva el nombre de Piece of my Heart, será protagonizada Renée Zellweger. A mediados de los ochenta el director Mark Rydell realizó una versión libre sobre la cantante, La rosa (The rose, 1979), con la magnífica actuación de Bette Midler.

 
Publicado por Matías Orta a las 20:53