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Se podría ir elaborando una lista interminable con respecto a las personas, sus rasgos y prioridades. Desmenuzar hasta el hartazgo el inmenso panorama planteado. Ahora bien, es inevitable realizar comparaciones, y es al detenernos en este punto cuando vemos lo tétrico del asunto. Cómo van variando los elementos prioritarios, lo esencial y básico, en definitiva lo injusto de esta existencia global. Porque mientras miles se conforman con vanos extractos del materialismo imperante, a otros ni se les cruza por la mente tales liviandades. Es el caso de los niños palestinos e israelíes, quienes sueñan con conocer la voz del silencio. ¿Cómo será un día sin bombas ni estruendos? Sus oídos seguramente desean captar otros sonidos magníficos de la naturaleza: el trino de los pájaros, el curso de un arroyo fluyendo o las hojas caducas siendo arrastradas por una brisa. Apuntamos al continente negro, y miles de niños y adultos en África (y otros tantos en diversos puntos del orbe) se preguntan qué se siente tener a disposición, diariamente y sin mayores inconvenientes, un plato de comida. Probablemente les cueste adaptarse a la sensación de estar completamente satisfechos, sin sentir que los rugidos de la inanición taladran su estómago. Y disponer de agua limpia, potable. No ese líquido que conocen, el cual porta una amenaza constante de contraer enfermedades. Mientras cientos se preocupan porque este fin de semana no tienen dinero para salir, se aterran porque se agotó el saldo de su celular o se entristecen en demasía pues fue derrotado su equipo; muchos otros derraman lágrimas de sangre al dormir a la intemperie, sin protección alguna que los cobije del frío. Otros no tienen cómo alimentar a sus hijos, varios son víctimas del stress porque el flaco salario no da para contemplar las necesidades básicas, y otros tantos simplemente sufren porque les falta lo esencial: apenas una caricia, un beso, un abrazo, un gesto amable... Es increíble cuántas diferencias existen entre los asuntos considerados “primordiales”, cómo van variando los escenarios según los zapatos que nos calcemos. Los deseos y las metas nada tienen que ver, de acuerdo a la óptica escogida. Nadie puede dudar acerca de la pluralidad de este mundo: hay una enorme variedad de personas, sociedades, modos de vivir. Mucha gente cree que es mejor así, que seamos distintos, pues de lo contrario todo sería muy aburrido. ¿Será en verdad tan bueno que sea así? Ciertamente, creo que es difícil saberlo. Y viendo el panorama del modo que está planteado, moriré sin comprobarlo en los hechos. Te preguntarás cuál es mi prioridad. Bueno, solo pido tener un lápiz y papel a disposición para escribirte. O aún mejor, si es posible pediría tener las palabras exactas en mi boca y tu atención, para poder decirte cuánto te quiero. |
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Consiga Sangrando palabras. Cuentos, relatos breves y poesías de Roberto Andrés Brito en esta página.
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