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Prólogo
Cuestión de prioridades
Tener tanto tiempo para pensar puede ser de cierta forma peligroso. El beneficio de la duda no es tal, y comenzar a cuestionarse acerca de las plataformas establecidas puede ocasionarnos un verdadero drama mental. A veces resulta mejor barrer debajo de la alfombra, mirar hacia otro lado para continuar nuestro camino. Pese a todo, tiene su atractivo el poder sustraerse unos instantes del mundo; intentar desprenderse del mismo y reflexionar como si uno fuera un visitante estelar, un turista del espacio que objetivamente observa los entretelones de esta Tierra. Entonces, supongamos que a este forastero se le antoja analizar las reacciones de la gente, su modo de vivir, sus sueños, preocupaciones e ideales. Descubre que se puede clasificar a las personas por su sexo, edad, raza, religión, idioma. Hasta por su clase social y por muchos ítems más. Y por ejemplo, empieza por discriminar a los moradores de este sitio a través de su edad. Entonces halla a los bebés llorando desconsolados, pidiendo a gritos la leche materna que los alimente y calme. Están los niños, quienes muchas veces aspiran solamente a recibir ese bendito regalo de parte de Papá Noel o Los Reyes Magos. Les siguen los adolescentes, que rebosantes de vitalidad (y rebeldía) transitan intensamente por las rutas de la vida; a menudo muchos de ellos esperando que esa persona tan especial que los atrae y mantiene en vilo, se decida finalmente a fijar los ojos en él o ella. Claro que adultos los hay y de todo tipo. Más o menos maduros, inteligentes, sumisos, dominadores, egoístas, compañeros. Los integrantes de la clase política, con la ambición a flor de piel, utilizan todo tipo de tretas y artimañas a la hora de pugnar por un voto más que los lleve a su cúspide personal; engrosando sus cuentas bancarias y status social. Tenemos a los grandes empresarios, navegando a menudo por el mismo mar de los políticos, con el capital entre ceja y ceja. Estrategias de marketing meticulosamente diagramadas con el fin de acumular sin importar las consecuencias, son gran parte de su vida. Su existencia se concentra en obtener siempre los mejores dividendos, aunque persista la duda en cuanto a su forma de negociar, bajo sospecha de ser un tanto turbia. Por otro lado, los adultos avanzados en edad a menudo solo piden que simplemente se los trate como personas, ya que los no tan veteranos suelen olvidar que sus mayores todavía son seres con sentimientos. A causa de este descuido, se da incluso la remembranza de los tiempos de la juventud, añorando aquel vigor de antaño que les permitía otra desenvoltura sin tantos dolores óseos.
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Consiga Sangrando palabras. Cuentos, relatos breves y poesías de Roberto Andrés Brito en esta página.
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