-¡Ya salió aquello! -dijo Luis XV bostezando-. Un
sobrino más de los pleiteantes y memorialistas. Mi Parlamento abusa de mi
bondad; verdaderamente, tiene demasiada familia.
-Pero si no es más que un pariente lejano...
-¡Bah! Toda esa gente no vale la pena. El abate Chauvelin es un
jansenista, un pobre diablo; pero de los dimitidos. Echad esa carta al fuego, y
que no se me hable más de ella.