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Porque regresar a Gran Bretaña es también, en
muchos sentidos, como volver a la primera infancia. El mundo exterior, el
peligroso mundo, se cierra detrás de nosotros: sus ruidos suenan
apagados, lejanos. Se cierran las cortinas de cretona, que tienen un lindo
dibujo de la Reina y su Príncipe de Cuento de Hadas, dirigiéndose
a Westminster en una carroza dorada. La abuelita enciende el fuego de la
chimenea y se sienta junto a él, con una linda taza de té y el
Daily Express de ayer; pero tiene siempre un ojo puesto en nosotros,
mientras vamos sacando los trofeos que hemos traído de ultramar, los
libros y cuadros que hemos conseguido pasar por la Aduana. (La abuelita tiene
unas tijeras a mano, para cortar del diario todo aquello que se le antoja
inconveniente para que lo lean los niños). El reloj sigue tictaqueando
los segundos. Los sirvientes están todos abajo, viendo televisión.
Papá y mamá se han ido a ver la nueva obra de Noel Coward, que se
representa en el Globe. De cuando en cuando se escucha una explosión en
la calle: el escape de un automóvil, dice la abuela. Otras veces se oye
un fuerte chillido que procede del sótano. Los labios de la abuelita se
aprietan, pero no dice nada... ¿Es extraño, entonces, que de
cuando en cuando, se encuentre una ventana abierta y la familia disminuya en uno
de sus miembros? Posteriormente oímos hablar de él: vive en Nueva
York o cerca de Moscú. Si consigue progresar, se 1e invita a que regrese
a casa, años después, y se le sirve té en la sala,
ordenándonos a los niños que le llamemos profesor.
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Consiga ¡Salga y empuje! de Lindsay Anderson en esta página.
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¡Salga y empuje!
de Lindsay Anderson
ediciones elaleph.com
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