https://www.elaleph.com Vista previa del libro "Ablaciones" de Javier Huerga (página 4) | elaleph.com | ebooks | ePub y PDF
elaleph.com
Contacto    Miércoles 30 de abril de 2025
  Home   Biblioteca   Editorial      
¡Suscríbase gratis!
Página de elaleph.com en Facebook  Cuenta de elaleph.com en Twitter  
Secciones
Taller literario
Club de Lectores
Facsímiles
Fin
Editorial
Publicar un libro
Publicar un PDF
Servicios editoriales
Comunidad
Foros
Club de lectura
Encuentros
Afiliados
¿Cómo funciona?
Institucional
Nuestro nombre
Nuestra historia
Consejo asesor
Preguntas comunes
Publicidad
Contáctenos
Sitios Amigos
Caleidoscopio
Cine
Cronoscopio
 
Páginas 1  2  3  (4)  5 
 

El hombre encendió, durante la pausa de Lucía para beber algo, el segundo cigarrillo. Aprovechó para sacarse la corbata y desabotonarse entera la camisa, de lo que sudaba, perdiendo las buenas formas delante del espejo. Lucía continuó ardua: luego los dos a la vez. Como lo oyes. Ella, Luis y Pablo. Pablo, ella y Luis. Bonito trío. ¿Te imaginas? Y no fue difícil concertar los encuentros en casa de Pablo, en la sobremesa. Convencer a Luis fue la mar de sencillo. Con Pablo recurrí al chantaje. Acepté que fueran sólo dos sesiones y me hizo jurar el iluso por el altísimo que guardaría el secreto. Reconozco que a esas alturas follar con Pablo compensaba sobradamente el dolor de tus desafueros. Imagínate las escenas en el dormitorio de Pablo: unas veces uno atrás y el otro frente a mí, de pie. Otras Luis y Pablo emparedándome. Algunas por separado, con voyeur incluido, para que tomaran un aliento y se restablecieran. Lucía se había secado las lágrimas y su relato se hacía fluido, como si estuviera leyendo ante un auditorio un capítulo del Quijote. Escúchame bien: la última tarde, camino de casa, lamenté de veras que no tuvieras un hermano con quien acostarme. Lo que oyes. Pero mi imaginación voló más alto; lamenté que no tuvieras un padre vivo que se acostara con su nuera para ponerle los cuernos, bastardo, a su hijo. Y juro por mis tetas que me lo hubiera trincado. Lo de tirarse a tu cuñado debe ser pan comido; a mí siempre me dieron morbo los novios que se traían mis hermanas a casa los fines de semana que mis padres no estaban. Lo de tu padre... bueno eso parece harina de otro costal. Más complicado, pero no imposible. Acostarse con la hembra cachonda de tu hijo debe rejuvenecer a cualquiera. Esa última tarde de orgías lamenté que no hubiéramos tenido un hijo con quien acostarme para ponerlo en contra de su padre espurio.

El hombre estaba anonadado, más abatido que resuelto a dejarse llevar por los resabios de la ira. Su padre había muerto hace cinco años. Lucía lo conocía: estuvo en su funeral y recitó en la homilía parte del conocido poema de Jorge Manrique. La misma que hablaba de follárselo con su connivencia de macho cabrío. Recordaba a su padre siempre enamorado de su madre. Era joven y atractivo cuando murió en accidente de tráfico y nunca dio pie a sospechas sobre flirteos con otras mujeres, menos con la novia de su único y amado hijo. Su padre murió y vivió enamorado de su madre. No daba crédito a lo que escuchaba. Lucía estaba yendo demasiado lejos. Vale que su mujer se lo hubiera montado con sus mejores amigos, orgías incluidas, pero suponer que se lo hubiera hecho con su padre si estuviera vivo, con sus hermanos si hubieran sido concebidos... Los cordones de los zapatos le oprimían los pies hasta cortar la circulación de la sangre. Le faltaba el oxígeno, ahogado en la humectación de su propio cuerpo. No soportaba su cuerpo; tenía que colgar o decir algo. Pero se queda callado, escuchando la respiración envalentonada de Lucía.

 
Páginas 1  2  3  (4)  5 
 
 
Consiga Ablaciones de Javier Huerga en esta página.

 
 
Está viendo un extracto de la siguiente obra:
 
Ablaciones de Javier Huerga   Ablaciones
de Javier Huerga

ediciones deauno.com

Si quiere conseguirla, puede hacerlo en esta página.

 



 
(c) Copyright 1999-2025 - elaleph.com - Contenidos propiedad de elaleph.com