El tiempo seguía su
rumbo y no se podía detenerlo ni adelantarlo.
El dueño de casa
salió al pasillo y esperó al enemigo con su arma nerviosa apuntando al vacío.
Los otros dos
permanecieron dentro y así pudieron ver la aparición de "La mariposa" frente a
sus ojos. Allí se encontraba ella, lista para viajar y transportar el
mensaje secreto a escondidas del otro ser volador.
Pero los ecos de los
pasos subiendo por las escaleras obligaron a moverse para buscar y
encontrar el escondite más ingenuo que el departamento tenía para
ofrecerles, el interior del placard.
Y en ese diminuto y
precario ambiente escribieron el mensaje, conociendo que para un envío
exitoso disponían sólo de veinte segundos. Quizás menos, según los disparos que
comenzaron a escucharse.
Los dedos de las
manos temblaban y un error mínimo era dejar esfumar la única oportunidad que se
les había presentado de lograr que el grito de denuncia llegue al otro lado del
mundo.
"Gripe aviar", fueron
las palabras que aparecieron en la pantalla, y a estas le continuaron
"transmisión humano a humano".
Los segundos para
realizar la transmisión se diluyeron y la pantalla se apagó por completo.
La cuenta regresiva
había llegado a su fin al mismo tiempo que afuera el intercambio de balas había
cesado.