Y redondas y lanudas esferas de humo, eran arrojadas por sobre
la cerca.
Primero fue el día después de pasado
mañana, después simplemente pasado mañana, después
mañana, y por fin, el día en sí. Cuando Susannah
despertó por la mañana, un pequeño punto dorado de luz la
miraba desde la pared; parecía como si hubiese estado en aquel lugar
desde hacía mucho tiempo, esperando para recordarle: "Es hoy...
irás hoy... esta tarde. ¡Aquí está! ".
Segunda versión
Esa tarde se les dio permiso para recortar jarras y palanganas
del catálogo de la tienda; y a la hora del té, tomaron té
de verdad en las tacitas de muñeca puestas en la mesa. Era muy divertido,
sólo que la tetera de juguete no servía el té, aún
después de hurgarla con un alfiler y de soplar por el pico.
Pero a la tarde siguiente, que era sábado, papá
volvió a casa con muy buen ánimo. La puerta de entrada se
cerró con tanta fuerza que toda la casa tembló mientras llamaba a
los gritos a mamá desde la salita.
-Oh, ¡qué bueno eres, querido! -exclamó
mamá-, pero también, qué innecesario. Claro que les
encantará. ¡Pero haber gastado tanto dinero! ¡No
tendrían que haberlo hecho, papito! Ya lo habían olvidado por
completo. ¡Y qué es esto! ¿Además media corona? -dijo
mamá- ¡No! Dos chelines -se corrigió rápidamente-,
para gastarlos? ¡Niñas! ¡Niñas! ¡Bajen, en
seguida!
Bajaron, Phyllis y Sylvia primero, Susannah algo más
atrás..