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GENARO. -(Reapareciendo con un grueso pan y una navaja en las manos, se acerca a INDALECIA y corta una porción.) Toma... ¡Mangia!...

INDALECIA. -¡Oh!... ¡Para qué se ha incomodado!...

GENARO. -¡Mangia, te digo!... (Saca un bollo de bolsillo y se lo da a la nena.) Mangia vos. ¿Dove sono i ragazzi?

INDALECIA. -No sé. En la calle tal vez...

GENARO. -(Se aproxima a la puerta del foro y llama a voces.) ¡Eh!... ¡Tú!... Vieni. Angue, tú!... (Aparecen tres chicos. GENARO da un trozo de pan a cada uno.) Toma... ¡Mangia... tú, mangia!... ¡Mangia!... (Los muchachos reciben el pan con alborozo y se ponen a comer.)

INDALECIA. -¡Mal agradecidos!... ¿Cómo se dice?...

UNO DE LOS CHICOS. -(A boca llena.) ¡Muchas gracias!...

GENARO. -(Indicándoles la puerta.) ¡Vía! (A INDALECIA.) No hacen falta cumplimientos. Hay hambre, se mangia y se acabó!... (Los chicos hacen mutis. GENARO se sienta en cualquier parte, saca salame del bolsillo y se pone a comer. Pausa.) Estuve en el hospital. Le han hecho la operación a tu marido...

INDALECIA. -¿Cómo?... ¿Otra?...

GENARO. -Naturalmente. (Alzándose.) Toma. Mangia un po de salame.

INDALECIA. -¡Oh!... ¡Me lo van a matar!... (Toma el salame y se lo pasa a la nena.)

GENARO. -(Volviendo a sentarse.) Sería mecor, si ha de quedar paralítico.

INDALECIA. -¡Pobre Daniel!... ¿Habló con él?...

GENARO. -No lo decan ver. No hace falta tampoco... (Pausa.) ¿Qué decía la encargada?

INDALECIA. -¡Oh!... Lo de siempre. Rezongar... Insultarme...

GENARO. -¡Bruta gente!...

INDALECIA. -¡Son tan malos!... Vea: a ella le disculpo, porque, al fin y al cabo, es patrona; pero a las otras, a las demás vecinas... ¡Gente desalmada!... ¡Si fueran más felices o mejores que una, no diría nada, ¡qué diablos! Tendrían derecho. Pero no. Son pobres como yo, tienen hijos como yo, y maridos que trabajan expuestos a que los destroce una máquina o caerse de un andamio, y en vez de pensar un poco que podrían verse en mi caso mañana o pasado, se ponen a la par de la otra para mortificarme. Y todo por adularla, ¡nada más! ¿Usted cree que ha habido uno solo en esta casa capaz de ofrecerme un poco de caldo para la nena? No, señor; prefieren tirar las sobras por el caño...

GENARO. -¡Bruta gente!

INDALECIA. -¡Es lo que más me desconsuela!... (Afligida.) Me dan tantas ganas de llorar... Ver que una no es nadie... Que de repente se queda sola en el mundo, aislada... abandonada de todos... peor que un perro... (Llora.)

GENARO. -¡Ma no!... ¡Ma no!... ¿Qué se gana con afliquirse?... ¡Cállase la boca!... ¡Bruta gente!... Decate de llorar, ¿sabe?... (Se oye un tumulto y gritos afuera.) ¡Viejo loco!... ¡Viejo borracho!... ¡Viejo loco!... (Aparece un grupo de pilluelos, entre ellos los hijos de INDALECIA, acosando a un viejo soldado, inválido de la guerra del Paraguay.)

 

 

 

Escena IV

INVÁLIDO. -(Persiguiendo a los muchachos con el bastón enarbolado.) ¡Mal enseñados!... ¡Con eso van a hacer patria!...

INDALECIA. -¡Tata!...

GENARO. -(A los chicos.) ¡Vía!... ¡Caramba, caramba!...¡Fuori!... ¡Sinvergüenza!... (Los corre.)

INVÁLIDO. -¡Muchas gracias, don!... ¡Parece mentira!...

GENARO. -Son cosas de ragazzi...

INVÁLIDO. -No ve, hombre, a qué extremo hemos llegado. Los gringos tienen que defender a los servidores de la patria. Vea, amigo; aquí ande usté me ve, ¿sabe?, yo soy el cabo Morante, y pregúntele a cualquiera de los que estuvieron en la guerra, si llevo al cuete esta cintita y esta otra...

GENARO. -¡Eh, bueno! ¡Qué le vamo a hacer!

INVÁLIDO. -¿Cómo qué le vamos a hacer? ¡Que lo respeten, canejo! (A INDALECIA.) ¿Cómo te va diendo, m'hija?...

INDALECIA. -Aquí estamos... Y usté, ¿qué hace por acá?...

INVÁLIDO. -A verte, pues... Y así no más me recibís... ¿No digo?... Hasta los hijos son unos ingratos...

GENARO. -¿Ése es su padre?...

INVÁLIDO. -¿Y cómo le va?... Y legítimo, ¿sabes, che, gringo?... Lo que hay es que ya no me va reconociendo...

INDALECIA. -¿Y cómo ha venido a dar conmigo?...

INVÁLIDO. -Por tu desgracia... Esta mañana en el boliche del tuerto Ramos, allá en Palermo, ¿sabes?... y oí que un mocito leía en el diario que te habían desalojao y que levantaban una subscripción pa vos... ¡Pucha, digo, si es m'hija!... ¡Pobre mujer!... ¿Adónde vive?... Calle tal... me dijo el mozo. ¡Vamos a ver a mi Indalecia en la missiadura! Y agarré p'acá... Si en algo puedo servirte, ¿sabes?, aunque manco, no me olvido que sos m'hija...

INDALECIA. -Podías haberte acordado antes...

INVÁLIDO. -¡Qué querés!... Te retobaste; te empeñaste en juir con ese zonzo de tu marido...

INDALECIA. -Bueno; no hablemos de él, ¿eh?...

INVÁLIDO. -No hablemos, si querés. Pero yo te dije que ibas a ser desgraciada con él, y ya ves cómo salió cierto. ¿Se cayó de un andamio, no?...

INDALECIA. -Sí, señor.

INVÁLIDO. -No ve, pues... ¡Cuando yo te lo decía!... ¿Esa nena es tuya?... Venga p'acá, mocita, con su agüelo... (La chica, asustada, se recuesta a la madre.) No, ve, pues... Pucha cómo está el país, amigo gringo... Los nietos no las van con los agüelos... Ya no se respeta la familia ni nada... En nuestro tiempo, había e ver... Y esos otros mocosos, ¿son tuyos también?... Con que ustedes eran los que venían insultando a su agüelo, ¿eh? ¡Ahora van a ver, mocosos!... (Va hacia ellos.)

INDALECIA. -¡Tata!...

GENARO. -(Deteniéndolo.) ¡A ver!... Décate de embromar

INVÁLIDO. -¡Oh!... ¿Y a vos quién te da vela?... Che, Indalecia, ¿éste es otro yerno?... Amigo; podía pagarle el cuarto, cuando menos...

GENARO. -¡Décase de embromar! (Se va a su cuarto.) ¡Bruta gente! ¡Bruta gente!

INVÁLIDO. -Miralo al gringo... Hinchao como un zorrino... (A voces.) ¡Ché, Musolino!...

INDALECIA. -Déjelo, tata. Si ha venido para fastidiar a la gente, podía haberse quedado...

INVÁLIDO. -Bueno, me viá sentar, ya que no invitas... (Se sienta. Pausa.) ¿Te trajieron la plata e la suscrición ya?

INDALECIA. -No, señor.

INVÁLIDO. -Ya sabés: no te puedo ayudar con nada, porque ando muy misio y vivo en el cuartel del 5º; pero si querés, te puedo buscar la pieza pa mudarte. Hoy he visto una en la calle Soler...

INDALECIA. -No se incomode...

INVÁLIDO. -¿Y qué pensás hacer?...

 
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