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INTRODUCCIÓN
Acerca del acto de ayudar La idea de “ayuda” se encuentra presente en las más variadas tareas, relaciones y ocupaciones de nuestra vida. Ayudar a los necesitados, a los países pobres, ayudarse a sí mismo; mucho circula alrededor de la ayuda, tanto desde un punto de vista profesional u ocupacional como en la vida cotidiana. El término “ayuda” tiene tanto rating como el de “lucha”: luchemos contra el hambre, las enfermedades, la violencia. ¿Qué relación hay entre la ayuda y la lucha? ¿Se puede ayudar luchando o la lucha ya de por sí no es ayuda? ¿Es válido luchar contra el cáncer o ayudar a una persona a que no sufra? ¿Cómo ayudo a un necesitado? ¿Quién es un “necesitado”? ¿Sé cuál es su necesidad real? ¿Cuándo es correcto “ayudar a salvar el matrimonio” y cuándo la ayuda correcta es no interferir con la disolución de ese matrimonio? Estas preguntas y otras más, son las que nos ocupan en estas notas.
Acompañarnos Por ahora podemos introducir que Ayudar es fundamentalmente acompañar al otro en lo que fuere que estuviera experimentando. A veces acompañar toma la forma de una pregunta oportuna, que sirve para ver con más claridad la situación, poner algo de luz en una confusión o situación crítica; otras veces, estar con el otro silenciosamente, es ayuda suficiente. Estar juntos en silencio a veces ayuda a conectar con lo que va más allá del ruido interno y externo, encontrar una paz de la cual surge, como un manantial, una respuesta nueva. A veces lo que ayuda es un comentario, un cuento o una simple actitud. Lo que nos ofrece el otro es la posibilidad de una mirada distinta, y si tenemos suerte, una mirada que nos lleva a reflexionar sobre el problema y sobre la vida desde una perspectiva mas amplia; una actitud amistosa que nos permite soltar la crispación y abrirnos a ver con otros ojos. Éste será un tema profundizado en el capítulo 7: Dinámica del Vínculo. Ayudar no siempre implica “hacer algo”. O bien “hacer algo” a veces significa “no hacer nada”. A veces la ayuda es aquella que renuncia a ayudar, en la acepción común de la palabra. Esta actitud se enfrenta a ciertas maneras convencionales de concebir la ayuda, la bondad, y la solidaridad. Otra idea que intentaremos discutir es la noción de cambio. En general se considera que alguien pide ayuda para cambiar algo o cambiarse a sí mismo, y que una buena ayuda es la que tiene éxito en producir el cambio deseado. Esto lo trataremos en los capítulos 3 y 4: sobre el Cambio y el Éxito. Por ahora adelantemos que muchas veces se desea cambiar por ignorancia, por imitación o sugestión, y no porque sea un deseo o necesidad genuina. También ocurre que muchas veces para el ayudador es difícil soportar el destino del otro y por eso lo quiere cambiar; no porque el otro lo necesita o lo quiere, sino porque a él mismo le cuesta aceptarlo.
El otro como yo Ayudar es un proceso en el que participan el ayudador, el ayudado, y el vínculo que se establece entre ellos. Una característica del proceso de la ayuda es que ambos miembros del vínculo –ayudador y ayudado– y el vínculo mismo, forman una unidad inseparable. Concretamente somos seres humanos, con nuestras pequeñas o grandes desventuras, deseos, realizaciones y fracasos. Habrá quien crea que será más feliz con un auto nuevo, habrá otro que crea que lo será si alguien lo ama, o si llega a la iluminación o a la paz del nirvana; e incluso habrá quien busca su felicidad lastimando a alguien, vengándose o dañándose. El modo de la felicidad es diferente para cada uno, el anhelo de ella es igual para todos. Del mismo modo ocurre con el dolor y el sufrimiento. Puede haber diferencias acerca de qué cosas nos producen dolor y cómo lo enfrentamos, pero a la larga comprendemos que el sufrimiento es una experiencia inherente al ser humano, por la que todos pasamos, como la enfermedad, la vejez y la muerte. Este tema del dolor lo ampliaremos en el capítulo 2.
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Consiga El arte de ayudar, su luz y su sombra de Chalcoff, Felisa Casanovas, Claudia en esta página.
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