https://www.elaleph.com Vista previa del libro "La hija del Capitán" de Alexander Pushkin (página 6) | elaleph.com | ebooks | ePub y PDF
elaleph.com
Contacto    Miércoles 30 de abril de 2025
  Home   Biblioteca   Editorial      
¡Suscríbase gratis!
Página de elaleph.com en Facebook  Cuenta de elaleph.com en Twitter  
Secciones
Taller literario
Club de Lectores
Facsímiles
Fin
Editorial
Publicar un libro
Publicar un PDF
Servicios editoriales
Comunidad
Foros
Club de lectura
Encuentros
Afiliados
¿Cómo funciona?
Institucional
Nuestro nombre
Nuestra historia
Consejo asesor
Preguntas comunes
Publicidad
Contáctenos
Sitios Amigos
Caleidoscopio
Cine
Cronoscopio
 
Páginas 1  2  3  4  5  (6) 
 

-Ya vez, Piotr Andréyevich, ya ves lo que es la bebida. Te pesa la cabeza, no puedes comer. Un hombre que bebe no sirve para nada... Toma salmuera de pepino con miel, y lo mejor para despejarte es una copita de licor. ¿Quieres que te lo sirva?

En aquel momento entró un chico y me dio una carta de 1.1. Surin. La abrí y leí lo siguiente:

Querido Piotr Andréyevich, ten la amabilidad de mandarme con este chico los cien rubios que me debes desde ayer. Me hace mucha falta ese dinero.

Queda a tu disposición.

Iván SURIN

No había nada que hacer. Adopté una actitud indiferente y, dirigiéndome a Savélich, quien era «guardián de mi dinero, mi ropa y todos mis asuntos», le ordené que diera al chico cien rubios.

-¿Cómo? ¿Para qué? -preguntó sorprendido Savélich.

-Se los debo -contesté con toda la frialdad posible.

-¡Se los debes! -repuso Savélich, cada vez más sorprendido-. ¿Y cuándo has podido dejárselos a deber? Aquí hay algo que no está claro. Digas lo que digas, no pienso dárselo.

Pensé que si en aquel momento decisivo no llegaba a dominar al obstinado viejo, en el futuro me sería muy difícil liberarme de su tutela; por lo que, mirándole con arrogancia, le dije:

-Soy tu señor y tú eres mi criado. El dinero es mío. Lo he perdido porque me ha dado la gana. Haz el favor de no ser impertinente y cumple lo que te mandan.

Savélich quedó tan perplejo al oír mis palabras, que se limitó a sacudir las manos mirándome fijamente.

-¿A qué esperas? -grité enfadado.

Savélich se echó a llorar.

-Hijo mío, Piotr Andrévich -pronunció con voz temblorosa-, no me hagas morir de] disgusto. Haz caso de] viejo: escribe a ese bandido y dile que todo fue una broma, que nunca hemos tenido ese dinero. ¡Cien rubios! ¡Dios misericordioso! Dile que tus padres te han prohibido jugar a todo lo que no sea a las nueces.

-Cállate de una vez -le interrumpí severamente- dáme ahora mismo el dinero o te echo a la calle.

Savélich me miró con gran tristeza y fue en busca de mi deuda. Me daba pena el pobre viejo, pero quería liberarme y demostrar que ya no era un niño. Mandamos el dinero a Surin. Savélich se apresuró a sacarme de la dichosa hostería. Volvió con la noticia de que los caballos ya estaban preparados. Con la conciencia intranquila y un mudo arrepentimiento salí de Simbirsk sin haberme despedido de mi maestro y seguro de no volver a verle.

 
Páginas 1  2  3  4  5  (6) 
 
 
Consiga La hija del Capitán de Alexander Pushkin en esta página.

 
 
 
 
Está viendo un extracto de la siguiente obra:
 
La hija del Capitán de Alexander Pushkin   La hija del Capitán
de Alexander Pushkin

ediciones elaleph.com

Si quiere conseguirla, puede hacerlo en esta página.
 
 
 

 



 
(c) Copyright 1999-2025 - elaleph.com - Contenidos propiedad de elaleph.com