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Para terminar con el resto de páginas en blanco que me quedan sobre mi humilde escritorio, y ante lo medio lleno o medio vacío del anís que mi copa moja todavía, no estaría completa esta síntesis psicológica si no hablo un poco de lo que conlleva todo este asunto. La psicología ha estudiado el aprendizaje desde sus inicios, más concretamente desde el conductismo y las corrientes cognitivas como el procesamiento de la información o el asociacionismo, produciéndose novedosos avances en el campo. El aprendizaje es uno de los procesos básicos de la cognición humana cuyo valor adaptativo permite al individuo sobrevivir en el medio que lo rodea. Mediante la repetición de sucesos se produce el aprendizaje. Si no existiesen dos sucesos iguales, es decir, si cada situación fuese nueva, el sujeto sería incapaz de establecer lazos causales entre ellas. Del mismo modo, si no existiese el cambio no podríamos obtener información, puesto que la recepción de información también es posible mediante la recepción de la diferencia de noticias, y esta diferencia está determinada por un umbral. Las diferencias demasiado pequeñas o presentadas demasiado lentamente no son apreciables por el sujeto. Según el tipo de instrucciones que el sujeto reciba o el grado de conciencia que el individuo presente sobre lo que ha aprendido, podemos distinguir dos tipos de procesos de aprendizaje: el aprendizaje intencional o explícito, donde el profesional le dice a los sujetos que aprendan esa información con antelación porque luego van a realizar una prueba de memoria, y lógicamente el sujeto es plenamente consciente del objetivo puesto que sabe lo que tiene que hacer; y el aprendizaje incidental o implícito donde las instrucciones no hacen referencia explícita al objetivo de la prueba o no se dice el verdadero objetivo de la misma. Por tanto el sujeto en este caso, no será consciente de su posterior aprendizaje. Este tipo de aprendizaje es un proceso mediante el que se adquiere conocimiento sin la intención de aprender. Se trata de un proceso inconsciente, de carácter no selectivo y de capacidad limitada. A diferencia del aprendizaje explícito, parece ser una capacidad bastante robusta, relativa a la edad (no se deteriora con la edad), al olvido y a los problemas neuropsicológicos (no se encuentran deterioros de esta destreza en grupos amnésicos). La memoria es la capacidad mediante la cual el individuo es capaz de retener información de la experiencia. Por tanto, el individuo aprende gracias a la memoria. La memoria entraña en este sentido, dos formas de procesamiento: la memoria explícita e implícita. Los modelos de memoria en términos de procesamientos de la información se han ocupado mucho de los aspectos estructurales del sistema, hay una tendencia creciente a concentrarse en los procesos implicados en el aprendizaje y el recuerdo, tales como la atención, codificación, repetición y recuperación. La situación de aprendizaje incidental, en la que los sujetos ejecutan diversas tareas de orientación, proporciona un marco experimental para estudiar las operaciones mentales y sus efectos en el aprendizaje. Cuando los sujetos efectúan tareas de presentación que exige analizar el significado de las palabras de una lista por ejemplo, su recuerdo posterior es tan amplio y bien estructurado que se observa en condiciones de aprendizaje intencional sin una tarea orientadora determinada. Cuando los sujetos realizan una tarea de orientación de carácter semántico su te retención de las palabras es mejor que con una tarea estructural en la que atendían a otros aspectos de las palabras no relacionadas con sus características semánticas. Las tareas de orientación que exigen juicios semánticos o afectivos producen un mejor rendimiento mnésico que las tareas orientadoras que implican juicios estructurales o sintácticos, pero no todo radica en lo semántico puesto que se demostró que las preguntas congruentes sobre las palabras producen una mejor memorización de éstas que las preguntas incongruentes. Esto demuestra que existe una continuidad entre el aprendizaje incidental y el intencional. En síntesis, el pensamiento es una constante evolución en el aprendizaje humano donde grandes autores tan relevantes como Platón, Descartes o Darwin, han aportado su granito de arena que nos sirve a modo de epílogo a mi historia de la mente humana que no ha hecho más que comenzar a través de estos simples relatos. El pensamiento en Platón ha ejercido una gran influencia, profunda, duradera y constituye uno de los pilares fundamentales del pensamiento occidental. Su concepción es dualista donde el alma y el cuerpo poseen una realidad independiente. Afirma la presencia de ideas innatas en la mente humana. Aristóteles fue su discípulo. Él fundó la filosofía tal como la entendemos en occidente. El cordobés Séneca cultivó la filosofía estoica y estableció una escuela filosófica. Ministro de Nerón, fue acusado de participar en una conspiración contra el emperador y se suicidó. En él la sabiduría consiste en no apartarse de la naturaleza y formarse según su ley y ejemplo. La felicidad es lo que está de acuerdo con la naturaleza. Predicaba que había que encontrar una salida hacia la libertad, la cual no la da más que la indiferencia por la fortuna, entonces nacerá el bien, la calma del espíritu y la elevación. En la historia del pensamiento psicológico, San Agustín representa un importante punto de inflexión. A él se le atribuye el descubrimiento del alma como intimidad, como reducto interior subjetivo susceptible de observación, descripción y análisis. Santo Tomás de Aquino fue el gran filósofo de la cristiandad. Su pensamiento define la escolástica. Él adapta la filosofía clásica a los principios de la religión cristiana. Guillermo de Ockham, escolástico inglés perteneciente a la orden franciscana, ha venido a representar en la historia de la filosofía la ruptura del equilibrio entre la fe y la razón que había ensayado Santo Tomás. Sus ideas estuvieron siempre al borde de la ortodoxia, y algunas llegaron a ser condenadas por la iglesia. Enseña que en el alma hay que admitir tres hábitos: fe, esperanza y caridad. Francis Bacon fue considerado como uno de los iniciadores de la modernidad en este aspecto, pero fue Galileo Galilei quien encarna el comienzo de la ciencia moderna. En René Descartes encontramos el primer pensador moderno y según algunos autores fue el iniciador de la psicología moderna. Él formula su famosa concepción espiritualista del alma (cogito ergo sum: pienso luego existo), así como su idea mecanicista del cuerpo. Fue B. Spinoza quien reconoció la existencia de una sustancia única que denominó indistintamente Dios o Naturaleza, de la que el pensamiento y la extensión son sus atributos. G. Berkeley desemboca en una perspectiva soliptista. El Solipsismo es la teoría según el cual los objetivos sólo existen en nuestro pensamiento. Afirma que, puesto que sólo contamos con la experiencia sensorial de los objetos, es imposible demostrar que nuestras representaciones mentales o ideas, corresponden a objetos externos o cosas, por lo que aquellas son lo único que poseemos como conocimiento del mundo. David Hume cree que no hay conocimiento más allá de la experiencia, y que el conocimiento se basa en asociaciones de sensaciones. Inmanuel Kant reconstruyó la filosofía intentando superar el escepticismo. Elabora una teoría que preserva los principios universales e innatos del conocimiento característico de la filosofía racionalista, pero que al mismo tiempo acepta el hecho de que no hay conocimiento que vaya más allá de la experiencia, es decir, de los fenómenos tal como defendían los empiristas. En la teoría del conocimiento de Kant no hay lugar para la psicología tal como la entendemos hoy. Afirma que la conciencia, el yo, es condición de toda experiencia, de modo que no puede ser ella misma objeto de experiencia fenoménica. James Mill defendió el origen sensorial de las ideas y el carácter asociativo de la mente. La mente para él es pasiva, y las ideas se explican a partir de sus componentes más simples, que se contienen en ellas sin alteración alguna y en el mismo orden en que se fueron recibiendo. Para él el pensamiento sigue al pensamiento. Nuestras ideas brotan o existen en el orden en que existieron las sensaciones de las que son copias. Auguste Comte fue el padre del positivismo y explicaba el espíritu cientifista de la época. Charles Darwin con su teoría de la evolución, basada en la idea de selección natural, ofreció a la psicología un marco conceptual de carácter naturalista e impulsó los desarrollos de lo que algunos han denominado la psicología de adaptación. Su obra constituye el origen de la psicología comparada. Hermann Ebbinghaus demostró que los procesos mentales superiores eran susceptibles de tratamiento experimental. Sigmund Freud desarrolló el movimiento psicoanalítico al que tanto me he remitido en esta historia. Concibió el psicoanálisis como un método y técnica de terapia para el tratamiento de los desordenes mentales y emocionales del individuo. La agresión es un impulso que ocupa un lugar muy importante en su teoría. Una clara evolución del pensamiento de Freud se ejemplifica sobre el aparato psíquico del que nos encontramos con dos modelos: la interpretación de los sueños, donde distingue tres sistemas: consciente, preconsciente e inconsciente; y modelo estructural donde distingue tres diferentes entidades de organización en el aparato psíquico: el ello, el yo y el super-yo. Estos autores no son los únicos ni los más importantes evidentemente, sino que a mi juicio constituyen un ejemplo para conocer la evolución del pensamiento al que en líneas anteriores me he referido y en líneas posteriores se esconde entre renglones a través de los siguientes relatos que nos hacen pensar en el por que de las cosas más simples y existenciales, y nos abren la duda y un sin fin de preguntas de las que cada uno puede extraer sus propias respuestas como conclusión final.

 

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