La Sra. Bacca no se movía ya que sus músculos no respondían a las
órdenes de su cerebro. Aún no llegaba a entender qué estaba pasando. Seguramente
era todo producto de su imaginación. sólo su imaginación.
A través de sus libros yo me pude encontrar a mi mismo -
Prosiguió, acercándose más a la Sra. Bacca - Por favor, aléjese de ahí. Yo le
daré hogar si lo necesita y también dinero para sus publicaciones, pero por
favor no lo haga.
La Sra. Bacca sonrió como nunca antes lo había hecho. Ni siquiera
como cuando la invadía la felicidad de terminar un libro. Una lágrima recorrió
su mejilla y rodó hasta llegar al piso. Ese momento era único. ¡Había encontrado
a alguien que sí se interesaba en ella y que pensaba que era talentosa! Esa sí
que era una buena razón para vivir, pensó, mientras muy en el fondo de su
corazón surgía una esperanza renovada que nunca antes había experimentado.
Volvió a mirar el cielo con sus ojos grises bañados en lágrimas.
Supo que podría admirarlo cuantas veces quisiera. A lo lejos distinguió una
paloma que le dio aún más alegría y más fuerzas para seguir con su vida que, a
pesar de todo lo que había pasado, aún valía lo mismo que la de cualquier otra
persona.
Estaba también segura de que iba a poder escribir una novela
inolvidable sobre ese intento de suicidio, transformándose probablemente en uno
de los mejores libros de la historia. Estaba segura de que iba a ser famosa, tal
como siempre había soñado.
Definitivamente, ese era el mejor día de su vida; el comienzo de
una nueva vida.
La Sra. Bacca dio un paso hacia delante, donde aquel hombre la
esperaba con brazos abiertos, mientras escuchaba el ruido de palomas volando muy
cerca, con sus murmullos refrescantes y agradables al oído.
El sonido de a poco iba aumentando y la Sra. Bacca tuvo la certeza
de que se trataba de mucho más que sólo dos insignificantes palomas. Cuando alzó
la vista pudo observar, con una expresión llena de temor, que más de cincuenta
palomas se le acercaban, preparadas para acecharla. atacarla.