Periodista en camino de serlo y proyecto en vías de realización, al borde
de encontrar un sentido. Parecía que "el borde" era en forma recurrente, el
camino elegido.
Cada día repetía la misma rutina: recoger la ropa tirada, regar las
plantas, repasar las mínimas cuestiones. Era curioso, pero desde que me había
mudado a este departamento interno de San Telmo, no había sacado las plantas del
envase en el que me las vendieron.
Tal vez nunca había juntado fuerzas, tal vez el hacerlo implicaba una
tarea de diseño del hogar, lo cual no había asumido o tal vez simplemente me
había ganado el sentimiento de que todo era provisorio. "¿Será acaso este un
lugar más de paso?".
Otra vez levanté la vista y me pareció que este acto era demasiado
planificado, cuando en realidad la gente lo debía hacer sin
pensar.
Por un mandato ancestral, ellos respondían con movimientos automáticos al
ritual de vivir.
Era muy temprano para mi gusto, sin embargo, las pequeñas asociaciones
que se sucedían en los barrios me agobiaban. Parecía que tenían la obligación o
la vocación de transmitir al otro lo que les pasaba.
Así continuaban el día, tal vez repitiendo una y otra vez lo mismo a
personas diversas. Agregando con cada nuevo interlocutor, la información que le
había pasado el anterior.
"Entre ellos y yo hay algo especial", creo que así decía el catalán. No
sé si nos referíamos a lo mismo. Es que con esa gente, que llevaba por delante
todas las mañanas y yo, "había algo especial" sin dudas.