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En la aldea en que nos hallamos abundan los viejos, anochece
más tarde y amanece más temprano que en el resto de la comarca. Hay alguna razón
física que explica lo primero por las mismas causas de lo segundo; es decir, por
lo elevado de la situación del pueblo. Pero es el caso que los naturales de él
han querido hacer de estas ventajas un título preeminente, así como de ser sus
mozas excelentes cantadoras, y sus mozos, amén de apuestos, incansables
bailadores, y diestros, sobre toda ponderación, en tocar las tarrañuelas; y como
acontece que en el pueblo que está situado en el rincón de la vega, entre ésta,
la sierra y la vertiente de la meseta, anochece a media tarde, menudean las
tercianas, cantan las mozas como jilgueros y son los mozos grandes jugadores de
bolos y muy capaces de alumbrar una paliza al lucero del alba, cátate que las
dos aldeas vecinas viven siempre como el gato y el perro, en perpetuo desafío,
en constante provocación y en continua burla. Porque, para colmo de
contrariedades, las campanas de arriba son grandes y sonoras, al paso que las de
abajo son chicas y están rajadas; en el pueblo en que nos hallamos hay dos casas
de. señores pudientes; en el otro no hay una siquiera; las mieses de Cumbrales
son extensas, ricas y bien soleadas; las de Rinconeda frías y pequeñas;
Cumbrales se administra por sí mismo, y tiene su alcalde, sus regidores, su juez
municipal y su escuela pública en toda regla; Rinconedano tiene más que un
pedaneo, porque es pobre fracción de un municipio cuya capital está dos leguas
de lejos; su cabaña, sino ha de salir en verano del término propio, va cuando la
llaman y adonde la llevan los que mandan en la confederación: al paso que la de
arriba tiene su puerto, sus pastores, su toro y sus perros, y va y vuelve en
días y horas fijos. ¡Y cómo va y cómo vuelve! Rozando casi las barbas de los
vecinos de abajo, silbándo los pastores, latiendo los perros y cencerreando el
ganado, de intento voceado y apaleado entonces para que las reses corran y se
atropellen, y de este modo sacudan de lo lindo los cencerros. Tómanlo a
provocación los de Rinconeda, y vénganse propalando la especie de que ese lujo y
otros tales hacen gastar al pueblo autónomo lo que no tiene, y vivir en perpetua
trampa, como señor de pocas rentas y mucha fantasía.
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El sabor de la Tierruca
de José María de Pereda
ediciones elaleph.com
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