No obstante, a partir de esta base y con una mayor
profundidad investigadora, se trata en este ensayo de explicitar en la medida de
lo posible (esto es, sin falsas facilidades) cómo debería entenderse la
comunicación a la luz de la filosofía derridiana. Dicho tema revela su
importancia si tenemos en cuenta que desde mediados del siglo XX existe una
notoria convergencia entre los diversos planteamientos filosóficos en torno a la
tesis según la cual, la estructura de aquello que llamamos "racional" o
"verdadero" es de carácter comunicativo. Así, por ejemplo, la hermenéutica de
H.-G. Gadamer, fundada sobre principios fenomenológicos que surgen a comienzos
de siglo bajo una forma "monológica" (Husserl), ha pretendido aclarar el sentido
de la historia y de la comprensión humana del mundo como una forma de "diálogo
interpretativo". La intersubjetividad es también el concepto fundamental sobre
el cual se erige la autoproclamada nueva Ilustración (Habermas, Apel), una
corriente que intenta reconstruir el concepto de
Logos desde el de
"diálogo argumentativo". Asimismo, el giro lingüístico en el que se amparan
ambas tendencias ha generado, por su lado, líneas de pensamiento que subrayan la
dimensión pragmático-comunicativa como clave de la lingüisticidad y, por tanto,
del pensamiento. En esa dirección discurren las concepciones arraigadas en el
"segundo Wittgenstein" y en la teoría de los "actos de habla". Por todo ello,
creemos que situar la comunicación dentro del espacio del "pensamiento de la
huella" derridiano puede ser una tarea inicial muy fructífera a la hora de
establecer un debate entre, por un lado, aquellas concepciones de la
comunicación que, adelantamos, tienen en la
homogeneidad su axioma y/o su
ideal (en ocasiones inconfeso) y, por otro lado, un pensamiento de la
"escritura" que obedece, por así decir, a un "principio de discontinuidad".
Podría ser éste, quizás, un paso adelante
en el establecimiento de lo que Derrida propone llamar un espacio
"pragramatológico", esto es, "el espacio de un análisis indispensable "en la
juntura de una pragmática y de una gramatología" (...). Una pragramatología (por
venir) articularía de forma más fecunda y más rigurosa los dos discursos"
[4].
No se pretende aquí afirmar que el recorrido de este ensayo sea el único posible
con respecto al tema de
la comunicación derridiana. Por el contrario, el autor
se contentaría con haber desenredado un poco el hilo que une a éste con muchos
otros temas (el don, la herencia, la máquina, etc.), de modo que alguien se
animase a reescribir otro trayecto con mayor fortuna.