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Según hemos de ver en el primer capítulo, "Cómo llegué a
interesarme por Balmes", fue el filósofo que a mí me empezó abriendo los ojos,
el que me iluminó en los difíciles caminos de la filosofía en que me acababa de
meter: él me devolvió a los fundamentos, los de su Filosofía fundamental.
La verdad es que la filosofía en su tiempo ya se había empezado a desviar por
unos derroteros completamente distintos a los que había oteado el pensador
catalán, pues habían abandonando el saber común de las ciencias para pasarse sin
recato alguno al de las puras letras, por no decir al de la vana palabrería,
convirtiéndose la filosofía en una especialidad más, lo que resulta
contradictorio con su propia esencia, por no decir con su historia más
brillante. Esta tendencia, por no decir este desvío, se encuentra ya bastante
marcado en Hegel, en el primer tercio del siglo XIX, y yo diría que ha culminado
en el XX con autores como Martin Heidegger. A su debido tiempo se propondrán
textos de Hegel y de Heidegger, que pueden resultar paradigmáticos de lo que
queremos decir, cuando se pierde el más elemental sentido de la objetividad, por
no decir del buen sentido, valga la redundancia. ¿Qué hombre de ciencia serio
hoy sería capaz de digerirlos? El profundo divorcio entre las ciencias y las
letras queda muy bien recogido, creo yo, en el libro de A. Sokal y J. Bricmont,
Imposturas intelectuales (Paidós, Barcelona 1999). Estos autores, que son
destacados científicos, descubren la inconsistencia y la vanalidad del saber
"científico" de ciertos filósofos actuales de gran prestigio. La filosofía de
Balmes, en cambio, si podría interesar a cualquier hombre de ciencia de hoy. A
lo mejor habría que desbrozársela un poco, pero no saldría de su asombro cuando
encontrase muy bien planteadas, por ejemplo, ideas sobre el tiempo que cincuenta
años más tarde iban a ser el caballo de batalla de la teoría de la relatividad.
Es más, la idea de que el tiempo es la cuarta dimensión del espacio, como se
suele decir en todos los manuales que se ocupan de esa teoría, va a ser difícil
de sostener ya después del estudio comparativo que del espacio y del tiempo hizo
el pensador catalán. Por eso decimos de él que es Un pensador de hoy.
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Consiga Balmes, un pensador de hoy (una filosofía de la objetividad) de Julián Sanz Pascual en esta página.
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Balmes, un pensador de hoy (una filosofía de la objetividad)
de Julián Sanz Pascual
ediciones deauno.com
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