Por el contrario, los espíritus sutiles, acostumbrados a juzgar
con una sola mirada, quedan tan asombrados -cuando se les presentan
proposiciones en las que no comprenden nada y en las que, para entrar, hay que
pasar por definiciones y principios tan estériles, los cuales no tienen ellos
costumbre de considerar tan detalladamente-, que sienten por éstos repulsa y
disgusto.
Pero los espíritus falsos i no son nunca sutiles ni
geométricos.
Los geómetras que sólo son geómetras tienen, por lo tanto, el
espíritu recto J, con la condición de que se les expliquen bien todas las cosas
mediante definiciones y principios; de otro modo, son falsos e insoportables,
pues su rectitud sólo se apoya sobre los principios muy dilucidados.