JOURDAIN. -Pues no he aprendido música.
MAESTRO DE MÚSICA. -Debierais aprenderla, como aprendeís el baile. Son las dos artes de más íntima ligazón.
MAESTRO DE BAILE. -Y que despiertan el espíritu del hombre, disponiéndole a la percepción de lo bello.
JOURDAIN. -¿Las gentes distinguidas aprenden solfa?
MAESTRO DE MÚSICA. -¡Claro está!
JOURDAIN. -Pues la aprenderé yo también, pero no sé a qué hora, porque apenas dispongo de tiempo. Además del maestro de armas, he tomado un profesor de filosofía, que comenzará sus lecciones hoy mismo.
MAESTRO DE MÚSICA. -La filosofía. es algo que no está de más; ¡pero la música!.
MAESTRO DE BAILE. -¡La música y el baile!. La música y el baile constituyen el fundamento de todo.
MAESTRO DE MÚSICA. -No hay nada tan útil a un Estado como la música.
MAESTRO DE BAILE. -Ni nada tan necesario al hombre como el baile.
MAESTRO DE MÚSICA. -Un Estado no puede subsistir sin música.
MAESTRO DE BAILE. -El hombre que no sabe bailar no sirve para nada.
MAESTRO DE MÚSICA. -Todas las guerras, todos los desórdenes que se producen en el mundo, tienen como origen la falta de conocimientos musicales.
MAESTRO DE BAILE. -Todas las desdichas del hombre, todos los funestos descalabros de que está plagada la Historia: los yerros de la política, las faltas de los grandes generales.; todo ello sucede por no saber bailar.
JOURDAIN. -Y ¿cómo es eso?
MAESTRO DE MÚSICA. -Pues si a todos los hombres se les enseñara la música, ¿no sería éste el medio de acordar el conjunto y de que la paz reinara en todo el universo?
JOURDAIN. -Tenéis razón.
MAESTRO DE BAILE. -Cuando un hombre ha cometido una falta, ya en el seno de su familia, en el gobierno del Estado o en el mando de un ejército, ¿no decimos invariablemente "Fulano ha dado un mal paso"?
JOURDAIN. -Eso se dice.
MAESTRO DE BAILE. -Y el dar un paso en falso, ¿puede provenir de otra cosa que de no saber bailar?
JOURDAIN. -También es cierto, y ambos tenéis razón.
MAESTRO DE BAILE. -Pues ello os hará ver la excelencia y la utilidad del baile y de la música.
JOURDAIN. -Ahora comprendo.
MESTRO DE MÚSICA. -¿Queréis que pasemos a nuestros trabajos?
JOURDAIN. -Sí.
MAESTRO DE MÚSICA. -Como ya os he dicho, se trata de un ensayo en el que se hacen destacar las diversas pasiones que pueden expresarse en la música.
JOURDAIN. -Muy bien.
MAESTRO DE MÚSICA (A los músicos.) -Vamos..., avanzad. (A Jourdain.) Imaginemos que visten de pastores.
JOURDAIN. -¿Y por qué?. . . ¿Por qué han de vestir siempre de pastores? Por todas partes no se ven más que pastorcitos.
MAESTRO DE MÚSICA. -Para que el personaje musical tenga mayor verosimilitud, conviene colocarlo en un ambiente pastoril. El canto fué en todas las épocas patrimonio de los pastores; y, realmente, no resultaría muy natural que príncipes y plebeyos dialogaran cantando.
JOURDAIN. -Adelante, adelante. Veamos.
DIÁLOGO MUSICAL
UNA CANTANTE Y DOS CANTORES
LA CANTANTE. -
Bajo el tiránico influjo
del imperio del amor,
de continuo mil cuidados
agitan el corazón.
Dicen que el enamorado
languidece de placer,
y dulcemente suspira
cuando sueña con su bien;
pero, digan lo que quieran
los esclavos de este afán,
no haya nada tan placentero
como nuestra libertad.
CANTOR PRIMERO. -
No existe nada tan dulce
como el ardoroso aliento
que a dos corazones guarda
unidos en un deseo.
No puede existir ventura
sin ansias de amor: el día
que amor desterrado quede,
desterrado habrán la dicha.
CANTOR SEGUNDO. -
Sería muy dulce verse
esclavizado a la luz
rigurosa del amor,
si en él tuviéramos fe.
Pero dice el desengaño,
con crueldad más rigurosa,
que en parte ninguna existe
la soñada y fiel pastora.
Ese deseo inconstante
e indigno de nuestros días
nos obliga a renunciar
para siempre a toda dicha.
CANTOR PRIMERO. -
¡Amable amor!
LA CANTANTE. -
¡Bendita
sencillez!
CANTOR SEGUNDO. -
¡Feliz sexo!
CANTOR PRIMERO. -
¡Cuán preciada me eres!
LA CANTANTE. -
¡Cuánto
me agradas!
CANTOR SEGUNDO. -
El más intenso
de los horrores me causas.
CANTOR PRIMERO. -
Para amar es necesario
de los rencores huir.
LA CANTANTE. -
Todavía confiados
pudiéramos encontrar
alguna pastora fiel.
CANTOR PRIMERO. -
¿Dónde hallarla?
LA CANTANTE. -
Nuestra gloria
Yo Pretendo defender,
ofreciéndote, bien mío,
mi ardoroso corazón.
CANTOR SEGUNDO. -
Mas ¿Puedo Creer, pastora,
que no has de serle traidor?
LA CANTANTE. -
Amémonos para ver
cuál de los dos sabe amar.
CANTOR SEGUNDO. -
Y que los dioses castiguen
al que resulte inconstante.
LOS TRES. -
Dejémonos inflamar
por tan plácidos ardores,
que dulce es amar si fieles
se muestran los corazones.
JOURDAIN. -¿Ya se acabó?
MAESTRO DE MÚSICA. -Sí.
JOURDAIN. -Está bien combinado el diálogo y hay en él algunas frases bastante bellas.
MAESTRO DE BAILE. -Por mi parte, deseo presentaros un ensayo, en el que podréis apreciar las actitudes y los movimientos más bellos que puedan armonizar un bailable.
JOURDAIN. -¿También son pastores?
MAESTRO DE BAILE. -Son... lo que queráis. (A los bailarines.) ¡Vamos!
BAILABLE
(Cuatro bailarines ejecutan los diferentes pasos y movimientos que el Maestro les indica.)