Jamás pensé en escribir un libro pero, como le comenté a mi amigo Manolo,
cierta vez comenzó a rondar en mi cabeza la imagen de un niño muy pobre,
desamparado, de un corazón inmenso, lleno de vida y voluntad, querido por todos.
Este fue El Pachito Cruz.
Entonces un día me senté y lo llevé al papel, lloraba y escribía, escribía y
lloraba, hasta que lo di por terminado, lo releí varias veces y quise que
alguien más lo leyera. Le di a mi mujer el manuscrito improvisado en un cuaderno
lleno de correcciones y agregados, con mil faltas de ortografía y después me fui
a dormir con la idea de que esta historia quedaría guardada en algún cajón.
Ella, se quedó trabajando. Al levantarme por la mañana, lo encontré sobre la
mesa, lo había impreso en forma de libro. La desperté emocionado, lo había
concretado, era Mi Libro.
A partir de entonces ya no pude detenerme. Fueron apareciendo otras historias
reuniéndose naturalmente para la imprenta. Muchas surgen de la imaginación,
otras las vivo como si fuera el protagonista.
Y yo que jamás había pensado en escribir un libro...
Osvaldo Lebrero