https://www.elaleph.com Vista previa del libro "Ana Karenina - Quinta Parte" de Conde León Tolstoi (página 5) | elaleph.com | ebooks | ePub y PDF
elaleph.com
Contacto    Jueves 01 de mayo de 2025
  Home   Biblioteca   Editorial      
¡Suscríbase gratis!
Página de elaleph.com en Facebook  Cuenta de elaleph.com en Twitter  
Secciones
Taller literario
Club de Lectores
Facsímiles
Fin
Editorial
Publicar un libro
Publicar un PDF
Servicios editoriales
Comunidad
Foros
Club de lectura
Encuentros
Afiliados
¿Cómo funciona?
Institucional
Nuestro nombre
Nuestra historia
Consejo asesor
Preguntas comunes
Publicidad
Contáctenos
Sitios Amigos
Caleidoscopio
Cine
Cronoscopio
 
Páginas 1  2  3  4  (5)  6  7  8  9 
 

Oyendo la lectura y sobre todo la repetición de las mismas palabras, « Señor, ten misericordia ...» , que se unían en un monótono «Señor da... Señor da ...», Levin sentía la impresión de tener su pensamiento cerrado y sellado sin poder tocarlo ni moverlo, porque de lo contrario le parecería que habría de ser aún mayor su confusión. Y por ello, en pie tras el diácono, sin escucharle ni compenetrarse con sus palabras, continuaba entregado a sus reflexiones.

«¡Es extraordinaria la expresión que tienen sus manos!», se decía, recordando el día anterior, en que estuviera sentado con Kitty cerca de la mesa, en un rincón del salón. Como sucedía casi siempre por aquellos días, no tenían nada que decirse, y Kitty, poniendo la mano en la mesa, la cerraba y la abría, y, reparando ella misma en tal movimiento, se puso a reír.

Levin recordó que le había besado la mano, fijándose en las líneas que se unían sobre la palma, de color suavemente sonrosado.

«¡Otra vez "Señor da"!» , pensó, persignándose y mirando el movimiento de la espalda del diácono, que se inclinaba al santiguarse.

«Luego ella me cogió la mano y dijo, examinando sus líneas: "Tiene unas manos muy bellas"...»

Y Levin contempló su mano, luego la del diácono de cortos dedos.

-«Sí, ahora va a terminar», se dijo. «¡Ah, no!; empieza otra vez», rectificó, fijándose en las oraciones. «No, ya termina. Ahora marca una genuflexión y toca el suelo con la frente. Esto señala siempre el fin.»

Una vez recibido discretamente en su mano, que ostentaba puños de terciopelo, un billete de tres rubios, el diácono dijo que se encargaría de inscribirle para la confesión y se alejó hacia el altar, haciendo resonar fuertemente sus zapatos nuevos sobre el pavimento de la iglesia desierta.

 
Páginas 1  2  3  4  (5)  6  7  8  9 
 
 
Consiga Ana Karenina - Quinta Parte de Conde León Tolstoi en esta página.

 
 
 
 
Está viendo un extracto de la siguiente obra:
 
Ana Karenina - Quinta Parte de Conde León Tolstoi   Ana Karenina - Quinta Parte
de Conde León Tolstoi

ediciones elaleph.com

Si quiere conseguirla, puede hacerlo en esta página.
 
 
 

 



 
(c) Copyright 1999-2025 - elaleph.com - Contenidos propiedad de elaleph.com