INTROITO
¿Caracas? Algún día de tantos.
¿Será ésta muestra de un grupo de mis artículos
periodísticos, trabajos excesivos, solícitos y congojosos, o anhelos vehementes,
como define los afanes el diccionario, o más bien resultados de encuentros,
sucesos casuales, coyunturas o especies inesperadas, pensamientos o hasta dichos
agudos u originales que ocurren a la imaginación, entre las distintas acepciones
de las ocurrencias según el famoso tratado citado? Quisiera compartir y discutir
las respuestas, más que suponerlas sin fundamento, y para facilitarlas sin
reproches, va esta introducción.
En estas líneas, he juntado las anteriores ideas
que debieran ser intituladas más bien y precisamente, "crónicas volanderas" que
de vez en cuando remito frecuentemente a la redacción de la acogedora prensa
capitalina, que, y de nuevo con el diccionario y en sentido figurado, dice y
vale decir de hoja o especie volandera, "que no hace asiento ni se fija ni
detiene en ningún lugar", y así me pregunto, ¿por qué de ese término, así fijado
el sentido de aquella palabra, quizás porque él está en todos los extremos, como
en suspenso, aunque sin prolongarse en su tiempo como para dejar huella
imborrable? Respondería esa interrogación con un dudoso dicho, el de que "a buen
entendedor pocas palabras", pero tendría por rigor que añadir comentando, que
debe tratarse de destinatarios comprensivos, y que mejor el silencio simpático y
hasta cómplice, que palabras muchas o pocas, pues éstas últimas se las pueden
figurar los curiosos por si solos, sin más ayuda. No quiero sin embargo, y para
más abundar en la fragilidad de aquestas manifestaciones, añadir que quizás si
son varias, o hasta muchas, es para que se presten fuerzas y apoyo unas a otras,
para mantenerse de pié ¡y hasta con vigor y orondas!