-Yo quisiera no ser así, se lo aseguro.
-No
interrumpas a una dama, Raúl -cortó Marie. No puedes perder las formas nunca. Yo
también espero que tú seas auténtico. Aunque comprendería que por necesidad
tuvieras que adaptarte a un guión concreto. Pero te juro que me aparecería en tu
habitación por la noche para fastidiarte si te volvieras falso e hipócrita.
-Y yo se
lo agradecería.
-No estés
tan seguro. Jovencito, ya sabes que por las malas soy
temible.
Llegaba el
momento de la despedida y ambos estaban muy tristes. Comprendían que nunca se
volverían a ver. o tal vez, sólo tardaran algún tiempo en reencontrarse. A fin
de cuentas, tantas cosas se percibían como relativas.
-Al final
terminamos siendo amigos o incluso enamorándonos de quienes menos esperamos ¿no
te parece, Raúl?
-Bueno, yo
le he tomado un gran afecto, se lo aseguro, pero de ahí a enamorarme.
-Es una
forma de hablar, don Perfecto. Lo cierto es que se discrimina a las personas por
su aspecto o por su condición. Y en otros momentos tratamos a los más cercanos
como desconocidos. Pero lo externo es lo menos importante en la vida de las
personas. Nos volvemos "fantasmas" cuando sufrimos soledad o empezamos a dejar
de lado los sentimientos y nos dedicamos a enfriarnos hasta quedar olvidados.
Esa condena a la desmemoria es lo que nos conduce a llevar puestas sábanas y a
arrastrar cadenas, emitiendo gemidos terribles.
-¿Me está
diciendo ahora que el amor es lo que salva a vivos y muertos? Porque si es así,
creo que la joven e idealista es usted, y no yo.
-Te estoy
diciendo que las personas no merecemos ser olvidadas y sí ser queridas. Eso es
suficiente. Por favor, no me olvides.