-Por eso he venido a despedirme -dijo Raúl con tristeza.
-Bueno,
suponía que este momento iba a llegar tarde o temprano. Pero siéntate, por
favor. Tenemos muchas cosas de que hablar.
-Madamme, hace
tiempo que quería preguntarle algo.
-¿No será
la edad, verdad? -cortó Marie-. Eso no es protocolario. Ya sabes que preguntar
la edad a una dama es una auténtica ordinariez.
-No, no se
preocupe por eso -dijo con un tono humorístico-. Además, no quisiera oír algo
tan desagradable como que entre los dos reunimos doscientos cincuenta años.
-No
exageres -añadió la anciana- han de ser al menos diez o quince años menos.
Ambos
rieron. Y al terminar las risas Marie miró al joven invitándolo a formular la
deseada pregunta. Raúl vaciló y se decidió.
-Sólo
quisiera saber si usted en realidad está viva o muerta.
Marie se
rio bastante.
-Continúa,
por favor- dijo entre risas.
-Es que
llevo tiempo cuestionándome si usted es realmente un fantasma, una actriz, una
superviviente. No sé.
-Raulcito.
-dijo con ternura-. ¿Por qué te preocupas por cuestiones poco importantes? ¿Qué
más da lo que yo sea?
-Bueno,
señora, yo creo que importa bastante si alguien está vivo o no lo está, ¿no le
parece?
-No. En
absoluto -cortó la anciana-. Mira, amigo mío, todo es relativo en la
vida.
Raúl abrió
los ojos mostrando gran sorpresa. A continuación movió la cabeza a modo de
invitación desesperada para que la anciana explicara qué quería decir
exactamente.
-¿Vivos.
muertos? ¿fantasmas. personas? Hay mucha gente que juega con la muerte
diariamente, bien por trabajo, o bien por carácter o afición. Viven en un
continuo estado de tensión. Podríamos preguntarnos si eso es vida. O dime
cuántos "fantasmas" se ven deambulando diariamente por esas calles. No tienen
ilusiones, ni esperanzas ni motivaciones. ¿No te parece que eso es muerte en
vida? Creo que mientras hay ilusiones y ánimo, la muerte no puede con la
persona.