Era el más pequeño de los gnomos.
Tan pequeño e insignificante,
que hasta los demás gnomos se habían olvidado de su
existencia.
El príncipe de los elfos
se dirigió respetuosamente hacia él
y lo invitó a hablar.
El más diminuto de los gnomos
se irguió,
nunca había sido insignificante,
-la rosa estaba orgullosa de servirle de estrado-
El más diminuto de los gnomos habló:
-les dijo que efectivamente el monstruo de cinco
cabezas era aparentemente imbatible, que los
valientes guerreros que se batieron en duelo contra él,
habían perecido en condiciones desastrosas, que
ninguno pudo sobrevivir, que ni el recuerdo de cada
uno de ellos pudo conservarse.