PREFACIO DE LA SEGUNDA EDICIÓN
La primera edición de este libro, promovió controversias
bastante vivas. Como desconcertadas, las ideas corrientes resistieron en un
principio de una manera tan enérgica, que casi nos fue imposible hacernos
entender. Sobre aquellos mismos puntos en que nos habíamos explicado de la
manera más explícita, se nos achacó gratuitamente opiniones que nada tenían de
común. con las nuestras, y se creyó refutarnos al refutarlas. Aun cuando
afirmábamos varias veces que la conciencia, tanto individual como social, no era
para nosotros nada sustancial, sino únicamente un conjunto, más o ,menos
sistematizado, de fenómenos sui géneris, tachósenos de realismo, y de
ontologismo. Cuando sostuvimos expresamente y repetido de todas las maneras que
la vida social está completamente constituida por representaciones, se nos acusó
de eliminar de la sociología el elemento mental. Se llegó hasta el extremo de
restaurar, en contra nuestra, procedimientos de discusión que se podían creer
definitivamente desaparecidos. Se nos imputó, en efecto, ciertas opiniones por
nosotros nunca sostenidas, con el pretexto de que estaban "conformes con
nuestros principios". La experiencia, sin embargo, había evidenciado todos los
peligros de aquel método que, permitiendo construir arbitrariamente los sistemas
que se discuten, permite también triunfar de ellos sin mucha pena.
No creemos pecar de exagerados si afirmamos que las
resistencias disminuyeron progresivamente. Sin duda, no se admiten aún todas
nuestras proposiciones. Pero no nos admiramos ni quejamos de estas saludables
disputas; es evidente, en efecto, que nuestras fórmulas están destinadas a ser
reforzadas en el porvenir.