Es luz
En un baño de azulejos blancos y sin luz, caminamos y jugamos a comenzar con
el día.
¡Ah! Las frías duchas desgarran nuestros cuerpos y los hombres vestidos de
blanco nos raspan con sus cepillos hasta dejar marcas blancas.
Mis gritos no son los únicos, una decena de personas gritan junto a mí en
coral sinfonía. Todo está muy oscuro: no veo el agua, no veo a mis colegas, sólo
demonios blancos y grandes cuchillos disfrazados de cepillos. La impotencia
descansa cuando las duchas se apagan y nuestros trajes celestes nos hacen
olvidar de lo sucedido hasta la mañana siguiente.
No hay peor marca que la de la humillación.
Los días traen recuerdos y rutinas, y el almuerzo es el lugar perfecto para
pensar. Allí la compota diaria consta de trozos de algo, con algo que lo cubre y
con un líquido algo extraño. No sé si los demás lo hacen, pero yo me pregunto
¿Por qué estoy aquí? ¿Acaso el mundo sabrá de la existencia de este lugar? ¿De
este campo de concentración..? Interiormente me inclino por creer que nadie sabe
de la existencia de este lugar y a las pruebas me remito, nadie nos ha visitado
en años, absolutamente nadie. ¿Es tan grave lo que hicimos en el mundo real,
como para estar acá..? Cuántas dudas a la hora del almuerzo.
De mi vida en el mundo de los sentidos sólo recuerdo que tenía una linda
familia, pero con componentes malvados que la rodeaban, un suegro, una suegra y
plata en juego. Tal vez mis paranoias me trajeron aquí, posiblemente sea un
paranoico y esto sea lo mejor para no poner a mi familia en riesgo, lo único que
sé es que hace mucho que estoy aquí en la oscuridad y no ver la luz del día pone
aún peor a las personas: las cansa y les mata las esperanzas.
El comedor es un extenso galpón color marrón sucio, con varias mesas y
sillas, sin cuadros, ni ventanas, sólo con pequeños focos moribundos de luz
artificial.