El chico sacó de su bolsillo los dos misteriosos mensajes y se
los enseñó al jardinero alzando la mirada, incapaz de pronunciar palabra.
-Lo has hecho muy bien, has sido capaz de vencer tus dudas y
miedos -dijo Roge dándole una palmada de admiración y respeto en la espalda.
Goyo continuó observando en silencio al jardinero, sorprendido
por la gentileza y devoción con la que aquel hombre sin edad, de complexión
fuerte y gruesos dedos, plantaba las flores en el seno de la tierra.
-¿Qué significa A. A.? -preguntó el chico desplegando la
segunda nota que había recibido.
-A. A. es mi forma de decirte que yo fui en otros
tiempos un Acosado, pero la historia no acabó allí. También me convertí con el
tiempo en un Acosado Acosador.
Goyo se quedó mirando al jardinero sin saber qué decir. Un
sinfín de preguntas se formularon solas en su mente, pero no fue capaz de
pronunciar ninguna verbalmente. Intuyendo quizás todo el proceso de mental de
Goyo, Roge intentó facilitar la situación al chico y le dijo:
-Antes de empezar, quiero que sepas que cuando el viernes
escribiste con todo tu corazón que estabas harto de la situación en la que te
encuentras, hiciste un acto de transformación tremendo. Le dijiste al mundo que
no estás contento con tu vida, y al hacerlo abriste la puerta a un cambio
profundo. Dicen de las flores que se comunican entre sí, aun estando muy
separadas físicamente las unas de las otras. Yo también escuché tu grito y la
razón por la que estamos aquí hoy es porque yo también he pasado por lo que tú
estás pasando ahora, y sé el terrible sufrimiento que padeces. También sé que,
ahora que estás harto de todo ello, es el momento de hacer algo para remediar
esta situación. El viernes abriste una puerta, pero hoy te pregunto si estás
dispuesto a cruzar más allá del umbral.