Muchas veces, cuando iba a hacer alguna nueva contrata del
arbolado, parecíale de improviso ser su padre en persona. Sin que supiera
explicarse cómo, veía las cosas como él las veía,
empleaba sus mismas triquiñuelas y tenía la misma conciencia que
su padre. El otro Knut Norby se pasaba el tiempo leyendo libros y se apasionaba
por la libertad política y religiosa cuando el primero no tenía
nada que hacer.
- Tú también debías haberte hecho
inscribir para esta comunión - pensó al observar que aun estaba
lejos de la orilla -. Las ideas y todo lo demás son cosas admirables,
pero no sabemos si nos bastarán cuando nos encontremos cara a cara con
Nuestro Señor.
¡Bah! aun había tiempo de avisar al fabriquero,
siempre que llegase a tierra sano y salvo.