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Las ocho horas terminan sin hacer ningún ejercicio mental, ni tan siquiera contar piezas porque las máquinas se encargan de ello. Marcos sale del mismo modo que entró y al salir de la fábrica saluda a Paco “el primo”, que pasa como una bala con su novia Laura en el asiento del copiloto. Cuando Marcos nota su presencia, un grito horrible le sube por el sistema digestivo y el mundo se vuelve del mismo color que cuando estaban en el patio del instituto, pero le consuela que por lo menos él se ha acostado con tres mujeres, mientras que Paco solo ha estado con Laura, una hermosa mujer morena que cuando tenía 12 años le dio un beso de consolación.
Hace el trayecto de la fábrica a su barrio en un tiempo récord, sube por las escaleras y se planta en la mesa donde su madre ya tiene la comida preparada.
Son las 14:15 de un día de verano, Marcos sólo tiene por delante el postre y 15 horas y 45 minutos de tiempo muerto hasta la próxima jornada laboral.
Él tiene una visión que se le aparece constantemente desde el día que tuvo la humillación; la visión es un cielo rojizo, un cielo que vuelve el mundo ámbar. La visión es una evolución mental de la imagen que vio esa mañana desde la puerta de entrada a la clase, él estaba en la puerta de entrada, todos los niños se estaban riendo de él, pero Marcos se quedó petrificado ante esa imagen del sol entrando por los tres ventanales de la aula. Era una situa-ción de esas que se quedan en nuestra mente yendo y viniendo como un boomerang, de la misma manera que actúa uno, va y viene por diferentes caminos. Ahora, después de tantos años esa imagen ha dejado de evolucionar y no le atormenta verla. Opuestamente a la imagen ha evolucionado la humillación, cualquier cosa le lleva a recrear humillación tras humillación; recuerda como los niños se mofaban de él o como las niñas, que en un principio intentaban consolarle acaban dejándolo de lado. La madre de Marcos, Vicenta, al ver al chico sin hacer nada y aburrido decide pedirle que ayude en la limpieza de la cocina, es una cocina de esas de gas butano, que se encaja en el hueco hecho a propósito para que coincida con la linealidad de los muebles de fórmica, hay un inconveniente y es que algunos restos de comida pueden caer por el espacio que queda entre el mueble y la cocina. Limpiar esos restos es la tarea que Marcos debe hacer. Primero, retira la cocina hasta sacarla del mueble completamente, y cuando se dispone a barrer se encuentra con decenas de escarabajos peloteros.
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Consiga El engaño y los necios de Salvador Casañas en esta página.
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