-¡Esto es exactamente lo que yo pienso! -exclamó la señora
Norris-. Es lo mismo que esta mañana le decía a mi marido. Sólo por el hecho de
convivir con sus primas, le dije, la niña se educará; aunque miss Lee no le
enseñase nada, de ellas aprendería a ser buena e inteligente.
-Espero que no atormentará a mi pobre falderillo -dijo lady
Bertram-; precisamente, hasta ahora no había conseguido que Julia lo dejase
tranquilo.
-Tropezaremos con alguna dificultad, señora Norris -observó sir
Thomas-, con respecto a la conveniente distinción que deberá hacerse entre las
niñas a medida que vayan siendo mayores: la de mantener en el ánimo de mis hijas
la conciencia de quiénes son, sin que por eso consideren demasiado humilde a su
prima; y la de que ésta tenga siempre presente, sin que se sienta en exceso
humillada, que ella no es una miss Bertram. Me gustaría verlas buenas
amigas, y en modo alguno habré de permitir en mis hijas el menor grado de
arrogancia hacia su prima; sin embargo, no pueden ser iguales. Los respectivos
rangos, fortunas, derechos y aspiraciones serán siempre diferentes. Es un punto
muy delicado, y deberás ayudarnos en nuestro propósito de escoger con acierto la
línea de conducta adecuada.
La señora Norris quedó a su entera disposición y, aunque estaba
completamente de acuerdo con su cuñado en que se trataba de algo en extremo
dificultoso, le animó a confiar en que entre todos lo resolverían
fácilmente.
Ya se supondrá que la señora Norris no escribió en vano a su
hermana. A la señora Price pareció que le causaba cierta sorpresa esto de que
eligieran a una niña, cuando tenía una excelente colección de muchachos; pero
aceptó el ofrecimiento, agradecidísima, asegurándoles que su hija era una
chiquilla muy bien dispuesta, de excelente carácter, y expresando su convicción
de que nunca les daría motivos para echarla. Por lo demás, hablaba de ella como
de algo endeble y delicado, pero manifestaba la ilusionada esperanza de que
mejorarían sus condiciones fisicas con el cambio de aires. ¡Pobre mujer!
Seguramente pensaba que un cambio de aires era lo que convenía a la mayoría de
sus hijos.