Lector:
He ahí el nombre del libro, cuya traducción os ofrecemos. Está dedicado a la Europa y a la América. Lleva ya siete ediciones agotadas, y, sin embargo, continúa todavía despertando la atención del mundo civilizado.
Su autor se oculta bajo el pseudónimo de Lefebvre y no podemos deciros a qué, viene el misterio, tratándose de una reputación tan hecha como la de Laboulaye. Son secretos de la mente, cuyo velo no tenemos el poder de descorrer.
El rosario de títulos con que Lefebvre se adorna, puede pareceres trivial e induciros a creer que el charlatanismo ha querido abrirse paso, lanzando un globo de exploración. Pero no: Lefebvre es hombre serio y sesudo -serio como un metodista, sesudo como un catalán, -y si habla en tono de broma es que en los tiempos que alcanzarnos, los libros y papeles que mienten y engañan más, son libros y papeles serios. Díganlo, si no, el Times y el Monitor, comparados con el Punch y el Charivari; la Tribuna y el Mosquito, Montaigne y Renan.
La sociedad quiere que se la engañe sin reír, y que se la diga la verdad haciéndola reír. Con su pan se lo coma, como decía frecuentemente el padre de uno d los traductores: «¡En el pecado lleva la penitencia!»
Leedlo y lo veréis. Os aseguramos bajo nuestra palabra de honor, que no seréis como Nemorino, víctima de Dulcamara. Hay en él algo para la mujer, algo para el hombre, algo para el comerciante, algo para el fraile, algo para el Gobierno, algo para el pueblo, algo para los necios, algo para los vivos; en suma, y para acabar en dos palabras la enumeración: mucho para todos.
Si lo leéis en invierno, os aseguramos que no os incomodará la lumbre de la estufa (si la tenéis), ni el frío (que lo dudamos). Si lo leéis en verano, la cuestión cambia de aspecto, como es natural, y, es casi seguro que sí estáis al rayo del sol lo aguantaréis. Es libro para el hogar, libro para el campamento, libro para el tourist, y que sólo, puede no divertir a los que admiran la organización política y social de la China o del Mogol.
Si creéis que, porque habéis leído a Tocqueville, Chevalier, Grimke y las correspondencias de Debrín, conocéis la América, os equivocáis. Los tres primeros os habrán dicho y enseñado, cómo está constituido el Gobierno, os habrán explicado la complicada y, a la vez, sencilla maquinaria del Régimen representativo, democrático, federal. El último os habrá edificado diciéndoos cómo se matan los pueblos libres del todo, con los pueblos libres a medias -el Norte con el Sur, -y os habrá engañado más de una vez. Pero ninguno de ellos os habrá revelado una cosa tan interesante como la que ha podido ver y estudiar Lefebvre, sin más trabajo que comerse una píldora. ¡Reís, eh! Y, sin embargo, vivimos en el siglo de las píldoras. Díganlo si no Brandreth, Torres y el que la ha hecho tragar a la Francia que el, imperio es la paz.
Os diremos qué cosa es esa -no sea que nos tachéis de charlatanes, a nosotros, pobres traductores, que tanto aborrecemos en su esencia y en su forma la literatura Kerosénica. -Pues esa cosa es: cómo vive y debe vivir un pueblo libre, o -diciendo lo que hubiéramos debido decir primero, -qué clase de bienestar, de sentimientos é ideas son las que desarrolla y debe desarrollar la libertad bien entendida y sinceramente practicada.
Ya veis que el negocio es de interés para un pueblo, que, como el argentino, al cual tenemos el honor de pertenecer, nos atrona todos los días los oídos hablándonos de libertad, de instituciones, etc., etc...
Leed, pues, a París Ex América, y, no nos creáis en el resto de nuestra vida si su lectura no os hace buen provecho, si la píldora no es cura la indigestión de malas ideas, y de falsas apreciaciones que tenéis, desde sabe Dios cuando os empachasteis con libros franceses del siglo pasado.
Una palabra todavía: llamadnos explotadores, si os dormís leyendo nuestra traducción, corruptores de la conciencia pública, si ella deja en vuestro corazón, en el de vuestros hijos, o hijas, nietos, biznietos, tataranietos o chornos de ambos sexos, el germen de una mala semilla.
Es lo Único que en el preámbulo podemos deciros y ofreceros; lo que debéis darnos en cambio del servicio que creemos rendiros va en la Postdata, con todo lo cual quedamos, lector querido, vuestros muy atentos servidores.