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Introducción
Vivimos en la etapa de la sociedad siniestra, donde su característica notoria es la inserción del eje de la agresión maligna en las relaciones sociales, cuya manifestación es la intención que prevalece en muchos estamentos de la comunidad por infringir dolor, daño, tortura y aflicción al otro, hasta orillarlo a un rincón donde el miedo lo encripta y envuelve hasta secuestrarle su conciencia
La crisis que vive la sociedad contemporánea y sus vetas de desnaturalización que revelan las guerras, motines, violencia, secuestros, exclusiones, racismo, odios, ensañamiento y enconos, se debe, en gran parte, a la pérdida del vector que desempeñaba el Estado, quien fue fulminado de manera paulatina por las fuerzas que la llamada globalización impuso a través de los organismos internacionales, la dilución de las fronteras para el capital, el crecimiento exorbitado del crimen organizado, la reducción del ente político al restarle las funciones vitales que venía desempeñando.
La estafeta entregada al mercado, nuevo agente orientador de la sociedad, desordenó las clavijas del orden social, abrió las puertas para dar paso a la individuación, el consumo, el hedonismo, la competitividad y anulación de todo sesgo que convocara al gremialismo. Le apostaron a poner fin al principio de comunidad, cooperación y reciprocidades, dado que eran cemento social importante para la política, la construcción de consensos, acuerdos y las acciones colectivas. Desarmar el entramado de cooperación fue y sigue siendo el factor primordial del modelo neoliberal que trata de persistir dominando en América Latina.
Sin cooperación ni reciprocidades, la sociedad entró al túnel del agotamiento, los muros institucionalizados en la familia, escuela, el trabajo se fueron desamorando con el abanico de nuevas formas de asociación parental, asimismo aconteció en las modalidades de auto aprendizaje en lo escolar y autoempleo en lo laboral, bajo la orientación de fragmentar en lo mayor posible todo núcleo social.
En la vorágine de la competitividad, el afán de sobresalir, el obtener placer y dinero sin la inversión de esfuerzo dio al traste con la vieja idea de lo meritocrático, porque desanduvieron el sendero por donde se accedían a los bienes necesarios para vivir: el trabajo
Entonces los ejes comportamentales tuvieron expectativas distintas a las acostumbradas, amanecieron conductas de jóvenes con obsesión por obtener dinero fácil, libertad de espíritu, consumo personalizado, relaciones laborales móviles, poco compromiso con la política y los problemas nacionales, cultivo narcisista y alejados de los disciplinamiento en todas las esferas sociales.
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Atrapados por el miedo
de Robinson Salazar
ediciones Insumisos Latinoamericanos
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