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La simulación... es una obra
atrapante, en primer lugar, por su estilo poco convencional. No adopta el
clásico recorrido histórico para fundamentar la tesis que subyace en el texto,
sino que se asemeja al estilo usado en el Medioevo, del "bestiario".
Casi escrita mediante la asociación libre, la obra es, a la
vez, caótica y atrapante. Caótica porque Stchigel no vacila en "saltar" desde
las más modernas teorías científicas hacia su apreciación, por cierto atinada,
del fenómeno comercial del simulacro: la película "Avatar".
Del "bestiario" stchigeliano tampoco quedan afuera el arte,
la mitología griega, la filosofía romántica y hasta la alquimia de los antiguos.
Es, al menos, perfectamente válido, pensar que estos simulacros que toma la
ciencia como modelo explicativo, no son más que retornos de lo que alguna vez
pudo haber sido la fórmula de un elixir para evadirse de aquello que nadie puede
soportar ni soportará: la realidad.
La
simulación... llega aún más lejos. El lector dudará si existe, al menos desde el
punto de vista filo y ontológico, una verdadera diferencia entre el arte y la
ciencia.
El objetivo del autor, al menos desde
mi perspectiva y lectura de la obra, estará cumplido si luego de éstas páginas
atravesadas el lector ya no se deja engañar y está alertado. No dejarse engañar
y estar alertado de lo imposible (lo real) es la actitud opuesta a "no querer
saber nada de eso".
La disimulación y la
simulación, propuestas por la ciencia actual, son dos maneras similares de
querer tapar el agujero con imágenes que, quizás, por su espectacularidad y
brillo, sorprendan al vulgo. Pero es evidente que ya hay miembros de la
comunidad científica que han puesto en cuestión esta tendencia a la propagación
de la pseudociencias (Bachelard, entre otros) basadas en disciplinas
ateóricas.
Es contundente el pensamiento de
Baudrillard a la hora de empezar a abandonar la ingenuidad del que no conoce qué
se oculta tras la máscara que recubre al "conocimiento científico": "simular es
mostrar lo que no se tiene".
Stchigel, por su parte, demuestra y no muestra. No es
su pretensión exhibir fallas sino, todo lo contrario, aportar con su proyecto
epistemológico una visión más amplia que incluya aquello que la ciencia se
esfuerza por dejar afuera: que tras la mencionada máscara narcisista y
omnipotente de las nuevas "vedettes" de la ciencia postmoderna sólo hay dos
elementos que las iguala ante la mirada filosófica y epistemológica crítica: la
simulación y el vacío (en el saber y la ausencia de
verdad).
Licenciado
Gustavo Kerzul
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La simulación de lo real
de Daniel Omar Stchigel
ediciones elaleph.com
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