Introducción
En la actualidad continúa existiendo una controversia con respecto a la forma
de concebir las cárceles en torno a su función, dado que en un inicio estos
espacios tenían una connotación distinta centrada principalmente en la detención
de los delincuentes para que llegado el momento se les aplicara el castigo
correspondiente, tiempo después con la fundamentación humanista y racionalista
del siglo XIX y las implicaciones morales del castigo físico, incluyendo la pena
de muerte, la cárcel pasa de ser un momento de la pena a ser el momento "en si",
es decir, pasa de ser un espacio de detención a uno de sanción. En nuestros días
la cárcel ha sido estudiada desde distintos puntos de vista y se le ha dado un
propósito diferente de acuerdo a la óptica con la que se ha observado, por
tanto, no representa lo mismo para los estudiosos del derecho, que para los
sociólogos, psicólogos, antropólogos o en general para la sociedad, a si, es
concebida de diversas maneras en función del fin de la prisión. Sin embargo, la
cárcel tiene una forma específica por la cual se puede entender; desde el punto
de vista institucional, y las funciones que el Estado le ha otorgado como
elemento fundamental del sistema penal.
Sin duda las condiciones económicas, políticas y sociales de cada momento
histórico han impregnado a la cárcel de peculiaridades relacionadas con su
contexto no solo local o regional si no también mundial. Hoy en día dentro de un
contexto globalizado y globalizador los estados han hecho de los espacios de
reclusión la retribución punitiva por excelencia en donde la delincuencia pagará
el costo de su comportamiento con la privación de su libertad, pero no solo eso,
si no también los espacios de reclusión tendrán como encomienda el orientar las
acciones de los desviados de la ley al "buen camino", es decir, readaptarlos y
con ello evitar que en un futuro reincidan en sus acciones antijurídicas.