- Si tiene que irse podemos arreglarlo para otro día. -Le dije
inmediatamente, disimulando mi enojo- Estaba indignado, aquél muchacho, con las
manos metidas en los bolsillos de sus jeanes descoloridos, me recibía con una
ligereza que me humillaba. No solo porque yo soy una persona mayor. ya tengo más
de cincuenta años, como para que se respete mi tiempo, sino que además, debía
arreglar aquella mediocridad que había escrito ese mocoso, para que la editorial
haga con su obra lo que jamás he logrado de uno sólo de mis libros: Una flamante
edición.
- No, por favor, tome asiento.-Me dijo cortésmente, acaso
percibiendo mi enojo, pese a que hice lo posible para disimularlo.- .igual no
nos va a llevar mucho tiempo esto. -Volví a sorprenderme y ya no pude evitar una
mueca de desagrado.-
- ¿No nos va a tomar mucho tiempo dice.?
- Mire, no hay mucho que decir de esa historia. A mi no me
interesa trabajar en ella, así que le doy toda la libertad para que haga lo que
quiera con el texto. En realidad lo escribí para una revista que quería hacer
una reseña sobre mi vida y mis orígenes, transcribí la historia que me contó mi
padre sobre mi abuelo, que fue un inmigrante Español que llegó a Chile luego de
la guerra. Nunca estuve seguro si vino huyendo de la guerra civil española o de
la segunda guerra mundial; sé que fue uno más de esa generación de inmigrantes
europeos que vinieron a América buscando un futuro. Es una historia más de las
que siempre se escuchan, no tiene nada de especial; una pareja de enamorados que
huyen de la guerra y se asientan en un lugar extraviado del tercer mundo y
empiezan a darle forma a nuevos proyectos.