Para mayor de mis males, me temo que los últimos miserables
pesos que tengo en el bolsillo los usaré para comprarlo, pues ni siquiera me he
quedado con una copia del original, ya que todos mis apuntes estaban dentro de
mi oficina, en la editorial. No pude creerlo, pero lo hice, mi estómago está
vacío. ya debo varios meses de renta y es inminente el desalojo, cuestión que
también está dilatando mi abogado, quien de vez en cuando me ayuda con unos
pesos, cuando no logra sustraerse de mi. Pese a que mi madre puede ayudarme
económicamente, e incluso podría ir a vivir con ella si lo deseara, y solucionar
mis eventuales desgracias, ello es una alternativa que jamás contemplaré.
Mi vivienda está en la zona más destartalada de San Telmo, y
cada vez que llego temo encontrarme mis pertenencias en la vereda y la cerradura
cambiada. Pese a que las inmobiliarias acostumbran a tomar estas vías de hecho
para evitar los engorros de un juicio de desalojo, la temeraria presencia de un
abogado que me patrocina, ha logrado disuadirlos por buen tiempo.