Y así lo hice, antes de regresar a Buenos Aires, decidí ir a la
capital chilena, siguiendo como pista algunas referencias que había encontrado
entre papeles, cuando fui a conocer la casa en donde nací y donde había vivido
mi madre todos esos años; con aquellos datos fui tras la caza de un viejo
expediente que seguramente estaría archivado.
Conforme con la cantidad de testimonios que había conseguido,
regresé a Buenos Aires y allí escribí mi libro, conté la historia que siempre
quise oír de mi madre. que debí oír también de los labios de ese pescador.
Escribir esta historia resolvió los grandes enigmas de mi vida, pues descubrí
quién había sido mi padre, entre otras cosas que, a su tiempo, también tú
descubrirás.
Cuando le revelé a las autoridades de la editorial lo que había
hecho, primero me amenazaron con iniciarme acciones judiciales por malversar los
fondos de la editorial con fines propios. Pero luego que leyeron la historia, me
relevaron de mis tareas y me felicitaron por el trabajo, pues les parecía
excelente.
A los pocos días se me negó el acceso a la editorial y a todo
el material de investigación que guardaba en mi oficina. En un par de meses mi
libro salió a las librerías con el nombre de ese joven escritor chileno en sus
producidas tapas. Me ha costado mucho conseguir un abogado, pues no tengo dinero
siquiera para pagar mi renta, y ahora no sé cómo esté ese asunto. No es un
juicio laboral el que lleva, sino de plagio, pues créanme que, si bien trabajé
con algunos datos de aquella historia que aquél joven había escrito, el libro es
enteramente de mi autoría.