Hablamos del país, de la economía, de los hijos del matrimonio
y sus experiencias; y más tarde de nuevo de la magia.
Mara insistió nuevamente.
No pude evitar ponerme un poco molesto.
Se hizo un silencio... y pregunté de mala gana:
-¿Qué querés que haga?
A Mara se le subieron lo colores a la cara y respondió:
-Lo que quieras.
-Puedo hacer de todo -enfaticé con tono firme y desafiante.
-No se, eh, eh, hacé volar esa lámpara -pidió inocentemente
mientras señalaba una lámpara de mármol negro que estaba sobre una mesita baja
redonda entre los dos sillones.
-¡No lo puedo creer -dijo con voz alta el Vasco- tenés la
oportunidad de que haga algo sobrenatural aquí en tu casa, encima dijo "puedo
hacer de todo", y vos le pedís que haga volar una lámpara! ¡Mara!
Mientras la frase del Vasco llegaba su fin la lámpara ya estaba
flotando suspendida a unos ochenta centímetros sobre la mesa.
Permanecí inmutable en mi sillón. Mara se acercó a su marido
como buscando protección.
-¿¡Cómo lo hacés!? -me preguntó desesperadamente Mara, pero no
respondí.
-Ya está bien, bajala, bajala -pidió finalmente Mara.
Y la lámpara aterrizó en su lugar.